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«Casi ley» antitaurina

Esta tarde, y como hacía mucho tiempo que no hacía, he bajado a echar un café a «mi bar». Cuando digo «echar» me refiero a un día entre semana, terminar de comer con la calma, coger mi periódico, y sentarme allí tranquilamente con mi cigarro y mi café.

Mientras leía he escuchado algo en la tele, y me ha puesto de mal humor.

Parece ser que en un pueblo habían multado a unos gamberros, porque en las fiestas de un pueblo habían maltratado a la vaquilla. Se habían puesto a golpearla, y había quien decía que hasta prácticamente matarla. Otros decían que no, que había sido que había recibido una cornada de otra vaca, o que se había torcido una pata en la arena, o no sé qué «milongadas» más. Vaya, que había sido fortuito y que sus golpes «no habían sido para tanto».

La reportera, muy orgullosa, ha puesto más ejemplos en los que la ley había actuado con lógica. Éstos son algunos que ha comentado:

– En un pueblo, lo «típico y completamente normal» era dispararle dardos al animal. Como es una crueldad, se prohibió.

– En otro, creo que han dicho que los golpes también los quitaron.

– En otro sitio se lanzaba una cabra desde un balcón, y se le amortiguaba la caída con una colchoneta (en realidad, una sábana). Pues parece ser que tirar cabras por la ventana está mal, así que también se quitó.

¡Qué bien, que la ley actúa! Y lo mejor de todo, la gente entiende que hay cosas que están mal, como lanzarle dardos a un pobre animalito indefenso. ¿Qué clase de desalmado le haría eso a su gato? NINGUNO, obviamente.

En principio la noticia es buena, la crueldad contra los animales parece que «se persigue».  Peeeeeero… no hay que ser tan simples, no. ¿Acaso la ley actúa siempre? Que cuatro tontos borrachos hasta la médula agredan a un animal está mal. Pero si en lugar de haber bebido alcohol les ponemos unos moños ridículos, un sombrero negro, un traje de payaso que les oprime los cojoncillos y les damos una espada y un mantel rosa, entonces es maravilloso.

Qué arte tienen los toreros, qué bien evitan las embestidas del furo animal, cómo desafían a la muerte, qué valor, ¡qué COJONES!

Lo que más me jode (hablando claro) de todo esto es que no es una lucha justa.

Si el torero fuera desnudo y desarmado todo sería distinto. Aceptaría que le pusieran una diadema con cuernos. Si no hubiera banderilleros, caballos con lanzas y tortura en el corral antes de sacarlo a la arena, todo sería distinto también. O mejor aún… ¿por qué no hacen lo mismo al torero antes de salir a la plaza?

Así sería una lucha a muerte, entre un animal y una bestia musculosa, cruel y con instinto asesino (esto último habría que comprobarlo, no lo sé yo). Una lucha en el que sólo uno de los dos saldría con vida, y sólo el que jugara sus cartas con picardía podría contar su hazaña a su familia a la hora de la cena.

Pero parece que los toreros no son tan valientes, y cobran sólo por marear a un bicho que ni siquiera puede verlos a dos metros, medio muerto cuando empiezan a marearlo. El bicho no tiene más que intentar huir y, con suerte, darle una cornada a su asesino, para que sea el siguiente asesino quien lo remate.  Si un torero no sale muerto no sacan a otro toro para que acabe la faena, creo yo. Y a un toro tampoco le operan de urgencia para que otro día mate a uno de estos hijos de P*T*.

Por desgracia no puedo alegrarme de que un torero salga muerto o herido, no soy así. Pero tampoco puede darme pena, esa gente se merece 1000 veces las cornadas que reciben.

Nada más puedo decir, estos temas están más que trillados. Es la fiesta nacional, dicen algunos, y está bien que España sea conocida por esta preciosa tradición.

Ale, ahora que me he desahogado toca irse a dormir, que mañana hay que rendir.

Y au   🙂

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