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Segunda visita a Rivendel tras mi vuelta

Por fin y después de año y medio volví de nuevo a pasar unos días a Rivendel, tierra de rubias. En esta ocasión me incorporé a un viaje que la bella doctora había emprendido con sus padres para visitar a su hermana que está en Luleå. Yo aproveché que al volver querían pasar unos días en Estocolmo para unirme a ellos, hacer de guía y visitar aquellas calles que con tanto cariño recuerdo. Fue una grata experiencia, redescubrí muchas cosas que ya conocía y por supuesto me encontré con algunas nuevas.

La verdad es que me gustó ver que algunas cosas no cambian. Las hamburguesas del Max siguen tan buenas como las recordaba, las suecas tan suecas, mi viejo amigo madrileño tan «como siempre» (un abrazo desde aquí, por si me lee), la pizzería Buona Sera no defrauda, la voz sensual del metro, el encanto de Gamla Stan…

Otras cosas sí cambian, algún restaurante había cerrado, prácticamente toda la gente que conocía se ha ido de allí (o he perdido el contacto, cosa que aunque me dé pena también es comprensible), y la zona de Sundbyberg donde yo vivía está irreconocible.

En lugar de las obras que adornaron mi calle durante más de dos años me encontré aceras anchas, bares con terrazas y una línea de tranvía. Y mi edificio tampoco se salvó, me lo encontré todo «empapelado», cubierto de andamios y lonas. Parece ser que van a arreglar toda la fachada. Así que a poco más no reconozco esa zona. En cambio, pude pasear por el parque, ir al ICA a comprar especias mágicas del «Tío Ben» y coger mi Pendeltåg.  ¡Grandísimos recuerdos!

La próxima visita calculo que será en otro año y medio o dos, cuando las especias que compré se me acaben. Además tengo que probar lo que el señor Aldana, mi fiel compañero de fatigas me describió como «las mejores hamburguesas del mundo». ¿Qué será de mi vida para entonces?

Pues nada, otro día os cuento más cosas, ahora toca dormir.

PS: Redescrubiremos las Köttbullar otro día que llueva, no preocuparse 🙂

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Dejo Rivendel, vuelvo a casa

No había pensado en un final tan estupendo para mi Erasmus. Había imaginado estar en casa viendo series como un mamón hasta las 2 de la madrugada, hora en la que tendría que salir de casa para ir a coger el bus hacia T-Centralen.

Al final, todo ha salido justo al revés. Y hay veces que el hecho de que los planes se «tuerzan» es cuajanudo…

La tarde ha sido un coñazo, limpieza, y más limpieza. Pero antes de cenar he tenido un ratico para despedirme de mi compañero de piso, GoodMorning, acompañados una vez más por el señor Aldana, mi leal compañero de parrandas y viajes.

Después ha tocado ir a ver a la Mafia Croata, a echar unos chatos de vino, y unos aperitivos que se han «currao». Y eso, los lloritos de última hora, abrazos, promesas de visitas por medio mundo… Aunque por una parte sea triste despedirse sabiendo que posiblemente no los volverás a ver, siempre mola ver que has conseguido hacer buenas migas con gente variopinta.

La fiestecilla ha seguido hasta la 1.30, que me he ido a cerrar las maletas y preparar todo para salir de casa. Me han sorprendido, y me han acompañado unos cuantos a la parada del bus para despedirme allí. Y menos mal, porque 40 kg de equipaje no son para llevarlos de paseo uno solo 😀

Es increíble salir de casa a las 2 y media de la mañana y que esté amaneciendo… Es una sensación rarísima. A ver si en  Zaragoza tengo un rato y pongo alguna foto para que la veáis, porque es acojonante, oye.

Ahora estoy en Arlanda, el aeropuerto «No-Ryanair». Son las 5.35, y tengo algo más de una hora hasta que salga mi avión, si no se retrasa. Así que aquí estoy en un StarBucks (sí, hermano, en Rivendel también tenemos), con mi Frapuccino y mi enchufe para el portátil.

Y como de sorpresas ha ido toda la noche, me he llevado otra, no menos grata que las anteriores…

LA WIFI ES GRATIS

¿Y por qué es gratis? Pues según los elfos, porque como ha habido cenizas de volcán, pues regalan 2 horas completamente gratis.

Así que aquí estoy, retransmitiendo en directo mi vuelta a casa.

En fin, os contaré más cosas otro día. Lo que sí puedo adelantar es que, a pesar de lo rancios que son los suecos (que lo son), y de lo buenísimas que están las suecas (que lo están), hay muchas cosas que echaré de menos de este sitio. Pero eso ya es otro capítulo, hoy no estoy para soltar sentimentalismos.

Pues nada, mis queridos frikoides… otro día, más.

Y au! 😀

PS: Suelo ser un gentleman pero… pum pum

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Preparativos de mi fin en Rivendel

Pues sí, mis queridos hobbits…

Después de 10 meses aquí, esto se acaba. El lunes de madrugada, y si el volcán cachondo que están anunciando no me jode el vuelo, abandonaré Suecia, tierra de rubios,  para regresar a mi tierra, el paraíso de la tortilla de patata.

La verdad es que tengo tantas cosas que poner que tampoco quiero aburrir al poco personal que tengo por aquí. Es raro, me siento como cuando me fui de Zaragoza. Con un pie en cada sitio, vaya. Quedan días para irme y ya  he despedido de mucha gente como si (y seguramente así será) nunca nos vayamos a volver a ver. He cerrado la cuenta del banco, y hasta he devuelto las llaves del piso.

En general, la experiencia ha sido buena. Sí que ha habido momentos duros, pero ahora entiendo lo que dice la gente que se va de Erasmus, o al menos la que yo conozco.

Cuando te vas crees que todo va  a ser increíble, y te llevas el palo. No conoces a nadie, todo el mundo habla raro (menos tú, claro :-D), los horarios son distintos, no conoces las calles… Los primeros días me vi tan agobiado que si no maté a alguien poco me faltó.

A lo largo de los meses me limitaba a «esforzarme por pasarlo bien cada día». Intentaba salir, ver la ciudad, pegarme la fiesta, y a la vez aprovechar para vivir en mi desorden y horarios incomprensibles. Todo eso sin dejar de lado lo que vine a hacer aquí, que es obtener la condicional y mandar al Cepese a tomar por c*l* para siempre.

Pero a lo que me di cuenta, lo que había sido un «Venga, voy a intentar pasarlo bien hoy también» se convirtió en un año estupendo. A lo largo del tiempo lo comentaba con mis amigos de aquí. Estaba siendo una buena experiencia, pero tampoco una cosa increíble. Pero cuando llegas al final y ves que has aprovechado, la vista cambia. Creo que nunca viajaré tanto como he viajado este año, y no voy a poner cuanto por si el del anuncio de Amstel lo lee y luego dice que me cambia 8s por 5s porque cree que no he «pringao como un mamón», cosa que tampoco es así.

En cuanto a lo académico, lo que me van a dar en el Cepese serán 6 optativas, una troncal, 9 créditos más por sueco, y el PFC que lo presentaré en septiembre.

Del tema convalidaciones (aquí habrá tomate, lo anticipo), hablaré cuando mis malos presentimientos se confirmen, o no. Pero vaya, todo a su tiempo, porque aunque sé que el Cepese me amargará la vida hasta el final, sólo hay 2 momentos más (después de miles) en los que me va a putear. Las convalidaciones y la entrega del PFC.

Así que bueno, otro día os cuento más cosillas, que ahora es tarde.

Próximamente, un nuevo programa que me he currado últimamente, los vídeos del «Cómo…», por cortesía de una rubia que conozco, y alguna cosa que otra más que tengo pensada. Pero todo se andará, que de tiempo voy fatal últimamente.

Y au! 😀

PS: Les pondré la nube a los australianos, y nos vemos el lunes al café 😀

 

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Paseo por Hässelby Strand

Esto llega a su fin, mis queridos frikoides…

Último mes en Rivendel, últimas fiestas, paseos escuchando un idioma «levanta el ánimo» a cualquiera. Última cosecha de mi buen vino casero, Conde de Esplanaden (2011, y marca registrada).

Mientras tanto no puedo hacer otra cosa que disfrutar, ahora que el proyecto está casi acabado y lo único que falta (más o menos) es escribir la documentación. Así que después de mi viaje a Helsinki con mi compañero de andanzas, el señor Aldana, esta tarde ha tocado visitar el fin de la linea verde, Hässelby Strand.

Bañado por el lago Mälaren, que no digáis que no suena a élfico, Hässelby Strand es un sitio bastante cuco, con playas y todo. Son todo bosques verdes, y cada dos por tres hay playas de arena con embarcaderos, autóctonos haciendo picnic, redes para jugar a «Bolei», barbacoas y demás. La gente va a correr, a pasar la tarde, pasear al perro, entre otras cosas. Y supongo que por las noches irán a echar «kikis», porque yo no paraba de ver sitios y sitios estupendos donde ejercitar mis abdominales.

Así que esta tarde he ido hasta allá para ver qué había y hacer unas fotos, que en esta ocasión se llevan el «Gallardón» a la foto de la semana. Espero que os gusten.

Esta primera la he cogido donde empezaba el bosque espeso. Al principio estaba un poco desilusionado, no era nada del otro mundo. Pero entonces me he dado la vuelta, y he visto algo como esto:



Sólo faltaban Hobbits saltando por ahí. He seguido andando, sin alejarme del lago en ningún momento, porque el sendero lo iba bordando. Y allí he tenido tiempo de sacar otra foto. Para quien piensa que me gusta chuparlo todo (mentes sucias, esta vez hablo en general), os diré que el agua del lago es dulce :-D. Dicho esto, vamos a por la segunda:



He estado caminando cerca de dos horas. No llevaba idea de hacerlo, ni calzado cómodo, pero merecía la pena. En otro claro, mirando atrás, he visto otra cosa a la que hacer foto. Realmente no sé cómo se veía de verdad, porque claro, cualquiera se pone a mirar al sol directamente. Pero esto es lo que ha quedado en mi cámara:



Por último, y después de un rato pensando que se iba a hacer de noche sin salir a una carretera, he conseguido encontrar la parada del metro. No es que estuviera perdido, sólo había bordeado el lago. Pero no tenía ni idea donde iba, sólo quería continuar hasta que apareciera una carretera, y para eso han hecho falta las casi dos horas que os comentaba.

Así que he cogido el metro, y he parado en Brommaplan para coger un bus de allí a Sundbyberg. Pero como faltaba media hora para que viniera, he decidido que unas Köttbullar en el «Tío Ben» podrían sentarme bien. Ya cogería el metro después :-D. Aquí os las presento, plato típico en Rivendel. Son albóndigas con puré de patata y mermelada de arándanos. La ensalada y las patatas fritas era por si me quedaba con hambre, jojojoj.



Y de ahí ya directo a Sundbyberg, porque empezaba a hacer frío y eran cerca de las 11 de la noche.

He hecho un montón de fotos que me gustaría que vierais, pero no se pueden poner todas, porque os aburriría más aún. Así que, al menos tenéis alguna para ver.

Ahora toca dormir, que es tarde y mañana tendrá que cundir. Otro día os cuento más cosas.

Y au! 😀

PS: Espero que estas fotos no se bajen como subnormales profundas …

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Hundra arton åtta hundra

Hoy os voy a presentar el 118-88 sueco.

Imagino que conoceréis el español, es un número de información telefónica, y su anuncio son unos cuantos moñigotes haciendo el canelo. También había un anuncio de otro número que no recuerdo exactamente (acaba en 11) en el que salían unos cuantos personajes con pelo a lo afro. ¿Os acordáis?

Pues los suecos, en su afán por ser finos europeos, con pelos engominados hacia atrás y pantalones de pitillo, son mucho más sensuales en sus anuncios. Veámoslo, os lo pongo con letra y todo para que no os quejéis 😀 Aunque si sois observadores veréis que en la imagen del video está casi todo.


[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=XrNzON1Bfx4[/youtube]


 

Hundra arton, åtta hundra

Superbillig nummerupplysning

via telefon och sms

 

Esto viene a querer decir algo como:

118 800, consulta de teléfonos super barata, por teléfono y sms.

Ale, ya podéis disfrutar de una candidata a la canción del verano, mejor que el Chiqui Chiqui.

Y au 😀

PS: D1 C#1 B C#1 B A B A G F# A … Ahora sé que puedes oírlo (mooning)

 

 

 

 

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Svenska potorren en T-Centralen

Resumiendo:

No me iré de mi Erasmus sin fardar de haber visto un «svenska potorren». Y diré más… poca gente presumirá de haberlo visto gracias a que su novia le haya avisado:-D

Y ahora es cuando os lo explico:

La bella doctora ha venido unos días a verme, algo comenté en el post anterior. Hasta aquí nada nuevo. El caso es que después de ver un palacio bastante cuco, hemos ido a coger un tren de cercanías para ir a Sundbyberg, que es donde vivo.

Esperando en el andén, la bella doctora ha dicho algo como:

– Ojo, pedazo de sueca.

Ante una afirmación así, lo único que he podido hacer es mirar, y he visto a una rubia, con… ¿cómo decirlo? Claramente, unas teticas bastante majas, rubia, un culo redondo y vestido MUY corto. Para que os hagáis a la idea, tan corto que sólo le llegaba hasta donde acaba el culo. Nada más.

Esto hubiera quedado en anécdota de «mira qué rubia» si no fuera porque, estando a 5 metros de nosotros, se ha levantado la falda. No sé qué pretendía, tal vez colocársela bien, o tal vez que viera lo que llevaba debajo. Enigüei,  la cuestión es que, llevando una falda tan corta, cualquier movimiento de escasos centímetros significa exhibición inevitable. Y en este caso, nuestra amiga NO LLEVABA NADA DEBAJO. Así que le he visto lo que viene a llamarse el potorrico, o en sueco, potorren. Chichi sueco, depiladico al cero, oye… JAJAJAJAJAJ.

Mi bella acompañante no lo ha visto. Y la verdad, me alegro mucho. Únicamente porque sé lo que hubiera pasado. Hubiera soltado una carcajada tan grande que la rubia se hubiera puesto más colorada que su vestido.

Así ha sido, ha sido así. Sin comerlo ni beberlo, ¡ALA! ¡Sorpresa autóctona!

Para otro día queda pendiente que os enseñe cómo se anuncian los números de información telefónica aquí en Rivendel, tierra de rubias.

Pero ahora toca dormir, que mañana ha de cundir.

Y au! 😀

 

 

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