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Los días se alargan en Sundbyberg

Hace unos meses, os contaba que cada vez se los días se hacían cada vez más cortos aquí. Parece que ayer y ya hace muchos meses de eso. Y así, de la noche a la mañana (from de nait tu de mornin, que se dice en inglés), nos hemos plantado en abril.

Abril… sí. Cuando llegué me parecía que tenía todo un siglo aquí, y a lo que me doy cuenta me quedan 2 meses para volver a España. Empieza a hacer «calor», a las 7 de la tarde todavía hay luz, la nieve ya se está deshaciendo, y nieva muy pocos días, a modo de últimos coletazos invernales.

Por lo pronto, y hasta que el señor Frilander me joda y me diga que he pencado el último examen de la carrera (esperamos que no), estoy contento. No tengo más asignaturas, así que puedo dedicarme  en cuerpo y alma al proyecto de fin de carrera. Bueno, a eso y a viajar todo lo que pueda, a pegarme las fiestas que mi hígado me permita, y todas esas cosas que molan.

Realmente, igual que cuando os conté que los días acortaban, no tengo mucho que contar. Pero después de toda la tarde leyendo formulitas, y habiendo conseguido cumplir mis retos semanales en día y medio, me apetecía escribir aquí.

/* Frikada al canto, podéis saltarlo si queréis 😀 */



¿Sabéis lo que dice mi programa cuando ejecuta eso? Dice que las dos palabras «AxxxxxxxxxB» tienen un grado de relación entre ellas del 100% 😀 Increíble, ¿eh? Pronto mi cacharrín (¡¡MARRANOS, ESO NO!!) se pondrá a analizar blogs. Más majico él

/* Ale, fin de la frikada, aquí soy persona normal */

Pues eso, con la satisfacción de unos días provechosos, ahora me voy a echar un calimochillo para celebrarlo.

Y au! 😀

PS: Todas todas no… pero todo llegará 😀

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Ya vendrán, ya

Hoy voy a contaros algo desgraciadamente frecuente en Estocolmo. Si preguntas a cualquier español Erasmus te dirá que lo ha sufrido. Y quiero escribirlo porque al final es lo único que te queda, patalear como un crío y mentar a la madre que trajo al mundo a más de uno de esos racistas. Os cuento:

Es frecuente que en los bares aquí, que además de cobrarte 12 euros por un cubata con 4cl de vodka (un chupito), te hagan pagar de 6 euros para arriba por entrar, sin contar con los 2 y pico de guardarropa. Pero, son «buenos», y si te apuntas en una lista y acudes cerca de cierta hora, puedes entrar gratis, pagando sólo el servicio de guardarropa.

Hasta aquí me parece «correcto».

Otra cosa que también es habitual es que te mamoneen en la puerta, miren tu nombre 790275234587 veces para ver si «te encuentran» en la lista, vayan despacio al comprobar que estás, se les caiga tu DNI al suelo y tengan que comprobar de nuevo… A lo que te das cuenta (porque acudes «sólo» media hora antes), se ha pasado la hora, y te dicen que te toca pagar. Hay veces que son «buenos» y te hacen dos por uno, qué majos, oye.

Todo esto j*de, pero se acepta. Lo que ya no me gusta tanto es que delante y detrás tuyo haya rubios/as esbeltos, y todos ellos pasen sin problemas. Que lleguen a preguntar, cuando estás el primero de la cola, si hay algún sueco, y todos ellos pasen sin ningún control de DNI.

En concreto ayer, todos los rubios pasaron, y a los españoles, llegando puntuales, nos dieron mil y una excusas para no entrar, como por ejempo:

1. Tu amigo va borracho: echamos un par de copas antes de salir, sí. Pero nadie iba borracho, cosa que sí iban algunos de los que SÍ entraron.

2. No estáis en lista: Ni siquiera lo comprueban. Les dices que si no les importa las miras con ellos, no sea que estén buscando por nombre de pila y no por apellido o cualquier confusión. Por supuesto, no quieren.

3. Llegáis tarde, tenéis que pagar, cuando los de detrás entraron gratis.

Y otras chorradas parecidas. Todas ellas con la mayor cara de no importarles un pimiento lo que les estás contando. Les da igual, ellos con suma educación te invitan a abandonar la cola, sin mirarte a la cara porque saben que lo que están haciendo no es justo y no tienen razones para comportarse así.

No me molesta que no me dejen entrar. Si vamos 7 personas y bebemos una media de 2 birras a 6 euros, pierden todo ese dinero, además de la posibilidad de que volvamos a ir, con más amigos.

Lo que me molesta es pensar que vas a entrar, rechazar otros sitios a los que podrías entrar gratis si vas a tiempo, y que luego llegues allí y no te dejen pasar, por ser de donde eres.

Más me repatea que no puedas pedir un libro de reclamaciones, ni llamar a la policía porque si la llamas, los seguratas no tienen mas que hablar en sueco y decir que vas muy borracho, que le has empujado, o cualquier cosa. Desde luego no puedes defenderte ahí.

Sobre todo, no estoy dispuesto a discutir con un gorila educado para que me dejen estafarme en su bar. Y mucho menos estando de fiesta, que lo único que quieres es pasarlo bien y olvidarte de malos ratos.

Al final, lo único que te queda es desahogarte, y recordarles que hace unos años, en lugar de negarle la entrada a los «inferiores», se les mandaba a la cámara de gas y se les apilaba en montañas. Que les digas eso les j*de, pero es lo que son, unos racistas. Gritarles un «Ya vendréis a España», acordarte de sus madres, e irte a tu casa a montarte la fiesta en algún piso.

Los suecos son majos en general, pero los cuatro tontos que te encuentras hacen que olvides lo buenas que están las suecas, y lo majos que son los demás. Luego vienen a España a beber cubatas cargaditos por 6 euros, a disfrutar de nuestras playas y nuestro clima, a nuestra «Spanish la fiesta»… Y nosotros, en nuestro afán de ser europeos les abrimos nuestras puertas. Ser europeo está de moda, pero desde que vine aquí, cada día lo veo un concepto más inútil.

Me tengo que enterar qué se puede hacer en estos casos además de patalear como un crío sin piruleta. Pero que aunque me queden dos meses y no merezca la pena a esos se la voy a liar, eso lo saben los negros.

Un poquito más desahogado, me despido por hoy.

Y au! 😀

PS: Una semana queda …

 

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Darío Morales, mi espectro favorito

Hoy voy a contaros la historia de Darío Morales, un teleco de bien, mi espectro favorito.

Es una persona habladora, jovial, afable. O al menos eso pensábamos todos, hasta mi reciente viaje a Turku (Finlandia), en el que la de la guadaña pasó a visitarle, y nos dejó en su lugar a un espectro.

Vamos allá!

La cosa es que después de la cena, ya en el barco, abrimos unas botellitas de vodka  y Martini, y nos decicamos al humilde arte del bebercio. Después de un par de horitas en el camarote, decidimos ir a la discoteca a echar unos bailes.

La discoteca estaba llena de tías zumbables, o como se dice coloquialmente , «pa perder un michelín a empujones». Entre ellas había una cubana de la leche, las filipinas del glamour, unas jovenzanas de dudosa mayoría de edad y en busca de rabos adultos… Vaya, de feminidad estaba bien la cosa, aunque solo fuera para el deleite de la vista.

Darío se fue a dormir pronto, como suele ser habitual en las fiestas, aunque él lo niegue. Por el contrario,  su amigo, el galán Aldana y yo seguimos la fiesta hasta que decidimos ir a dormir.

De nuevo en el camarote, tocamos un poco los huevos al teleco dormilón. Sí es cierto que entre cánticos, movimientos de su litera y demás, puede que el pobre mozo acabara enfadado. Pero lo que viene a continuación no tiene desperdicio.

El día siguiente (tres horas después en realidad) empezó con un inmutable silencio. Darío no nos dirigía la palabra a ninguno de los tres. No nos miraba, no nos contestaba. La primera media hora resultó gracioso, pero sin quererlo ni beberlo habían pasado 6 horas, y Darío seguía sin hablar.

Las horas seguían pasando, y sin darnos cuenta llegamos a las 7 de la tarde, cuando teníamos que volver al barco. El espectro nos seguía a todas partes sin protestar, sin decir nada. Se limitaba a sacar fotos, y a mandar mensajes con el móvil. Pero si le preguntábamos cosas, no nos miraba a la cara ni, por supuesto, nos contestaba.

El día terminó, y nos despertamos el domingo pensando que tal vez, Darío nos devolvería el preciado bien de su palabra. Pues no… no fue así, y la situación continuó. La vuelta a casa fue parecida a lo que vino siendo el día anterior. Los otros tres hablábamos en la medida de lo posible, aunque el cansancio empezaba a notarse en los ánimos de todos.

Ya en el «Banana building», nuestro edificio, Darío abrió la puerta y entró sin darnos tiempo al galán Aldana y a mi a entrar. No nos aguantó la puerta, y para sorpresa nuestra ni siquiera se dignó a despedirse. Esto fue sólo uno más de sus detalles infantiles y bordes, maleducados e incomprensibles. Como se dice en mi pueblo, «que lo aguante quien quiera», que yo hasta que no tenga una explicación me desentiendo de tamaño personaje.

Lo mejor de todo fue que su amigo había venido de propio a verle, y a unas horas de su vuelta a España, Darío llevaba día y medio sin hablarle ni mirarle a la cara. Suponemos que fue porque nos pasamos un poco por la noche, pero desde luego el señorito perdió toda la razón que pudiera tener con la estupidez que le acompañó durante los días siguientes.

Un crío hubiera tenido esa reacción, pero le hubiera dudado media hora. Dado que esta vergonzosa actitud no tiene explicación, ni precedentes, ni sentido, llegamos a la conclusión de que realmente Darío había muerto el día anterior. Lo que seguía entre nosotros era un espectro de esos que si los tocas mueres. O lo que es peor, el universo implosiona y la vida en él desaparece. Ante la duda, no quisimos tocarle y tentar al destino. Lo dejamos marchar, y posiblemente gracias a ello la vida tal y  como la conocemos continuó.

Sorprendido por esta curiosa actitud, me despido por hoy.

Y au 😀

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Los suecos de los huevos

En esta ocasión hablaremos de suecos. Lo increíble hoy, es que lo de los huevos es completamente literal. Sí, así es.

Después de ir a correr al gimnasio y admirar a la joven y bella sueca que lo gobierna, me he ido con el señor Aldana, mi compañero de batallas en tierras suecas, hacia Kista, el campus donde estudio. En un momento dado, hemos visto cáscaras de huevo en el suelo, pero apenas les hemos prestado atención hasta que de repente…

¡Ñiiiiuuuuuuu! … ¡CHAF!

Un proyectil ha impactado contra mi mochila, pero sólo de refilón, tras lo cual ha caído al suelo. Por fortuna, no se ha roto en el impacto contra mí, así que no me he manchado. Sí, parecía que a alguien se le había caído un huevo desde su balcón. Sin duda un desafortunado y aislado accidente, si no fuera porque …

¡Ñiiiiuuuuuuu! … ¡CATACHAF!

Ahora no había otra explicación… O un bombardero nos estaba atacando, o alguien nos estaba lanzando huevos. Siendo que estamos en tiempos de paz, la opción más factible era la existencia de un desalmado gamberro, así que hemos mirado todas las ventanas de la otra acera. Y, ¿sabéis qué? Todas estaban cerradas 🙁 . Sólo un obrero estaba trabajando en una azotea, pero lo hemos descartado como posible culpable. Hemos seguido andando, y a una adorable anciana que pasaba por allí (nos hemos vuelto a comprobarlo) le ha pasado lo mismo, le han disparado otros dos huevos.

Ahí ha acabado la experiencia. Volveré otro día a ver si ese personaje reincide, y de ser así, empezará una sangrienta guerra.

Por hoy acaba mi narración, aunque tengo unas cuantas más en la recámara. No os perdáis las próximas novedades loixianas, entre las que estarán:

  • Experimento social sueco: Las comidas de las 13.30
  • La canción Antonia del PI
  • Narraciones de mi viaje al círculo polar
  • La canción de Mr Dick

Y mucho más en unos días, cuando vuelva de mi viaje al norte. Mañana partimos hacia el círculo polar, a montar en moto de nieve, trineo con perros, pescar en el hielo, bañarnos en un lago helado y ver auroras boreales, si se puede. Ya se verá. Así que me despido por hoy.

Y ya está 🙂

PD: También sé preparar auroras en Paris 🙂

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Cómo conocí a la maquinilla

Chicos, en el comienzo de 2011 ocurrieron muchas cosas.

Después de un mes en Hobbiton, con cosas buenas y cosas mejores, volví a Rivendel. Los primeros días me fui a Tallín con varios colegas, seguía sin fumar desde año nuevo y tenía intenciones variadas, como ir al gimnasio, a clase, hacerme algún arreglo en el pelo…

Referente al cambio de «luc», ya que el estilo europeo y los 36 euros que cuesta aquí cortarse el pelo no entraban en mis preferencias, decidí pedirle a vuestro tío «Pelacables Envidioso» que me presentara a una amiguita suya. Os adelanto, aquella noche dormí solo, mi cita fue un desastre, así que fui a celebrarlo al piso del «Francés bebedor».

Pensándolo bien, creo que no será necesario hablar, porque a veces, una imagen vale más que mil palabras. Así que, aquí tenéis una foto de nuestra primera cita.

Tatachán!!



EY!! No pongáis esas caras, no os he dicho que os fuera a gustar. Alegraos un poco la vista con esto o con esto, y olvidaréis lo que acabáis de ver.

Por hoy me despido, no olvidéis volver a visitar mi blog, habrá próximas entregas de iluminación a vuestras vidas.

Y au! 😀

PD: Por si en los barcos hay internet, un abrazo…

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Colega, ¿dónde están mis «espaguetis»?

Siguiendo con la dinámica de «Colega, dónde está…», os voy a contar la última de mis andanzas por Suequen-Land (Rivendel, tierra de rubias).

Con los horarios que llevo, hacerme unas buenas lentejas, garbanzos, o algo que requiera más de 20 minutos de mi valioso tiempo resulta algo complicado. Porque, veamos:

1. Si me levanto pronto, me voy a clase y vuelvo a las 2, querré comer antes de las 3, por tanto no puedo perder tiempo. Si a eso añadimos que a las 4 suelo tener lavandería, te queda una hora para comer.

2. Si me levanto a mis horas normales, esto es, entre las 2 del mediodía y las 5 de la tarde, si quiero comer antes de merendar, o alguna otra combinación medianamente lógica, tampoco puedo perder mucho tiempo en cocinar. Eso sin contar la lavandería, que asumiendo que llego a tiempo en este caso, me deja comer tranquilo no antes de las 5 de la tarde. COMER, sí, y recuerdo que la hora de cenar en Suecia está entre las 6 y las 8 de la tarde, apenas 3 horas después de levantarme yo.

Voy a pasar esto por alto, y también el hecho de que llevo 5 DÍAS ENTEROS sin ver la luz del sol, (literal, cuando me levanto ya es de noche, :-D), y vamos a lo que realmente importa ahora. La comida.

No soy muy fan de la comida precocinada, engorda un montón, y quita el mérito a la frase «Qué buena está la comida hoy!». Así que, por lo general, lo único precocinado que como son caldos por las noches, y alguna que otra pizza. El resto me lo preparo yo.

El otro día pensé, que por no perder tiempo, sería buena idea comprarme unos «espaguetis» a la carbonara ya preparados, de esos que se hacen en 5 minutos. Oye, no salía caro y se preparaba en un «plis». Pues nada, días más tarde, hoy concretamente, que me he levantado a las 5 de la tarde (y no hablo de la siesta), he ido a prepararme la comida.

El sobre de pasta decía esto: Italiensk Bolognese Spagettikastike

Aquí tenéis la foto:


Spageti


Peeeeero, justo entonces me ha parecido ver algo extraño, como podéis ver a continuación. Espero que se aprecie. Tal vez si no sois unos genios culinarios como yo, no veáis el problema. Necesitaréis preguntar a padres, tíos, abuelos, a Arguiñano… No os preocupéis, a veces pasa:


Spageti_sin


Por si no lo habéis conseguido averiguar, no hay pasta, sólo polvo para hacer la salsa. Tampoco hay carne, no. Aunque lo de la carne lo esperaba, y por eso había puesto a descongelar ternera picada que tenía en el congelador.

Bien pudiera ser que estuviera equivocado, y en realidad la pasta estuviera debajo del polvo que se veía. De modo que, con sumo cuidado he procedido a la inspección de la materia alimenticia, o sea, he metido la mano a ver qué pasaba por ahí dentro.

Sorpresa: NO HABÍA PASTA, y por supuestísimo, tampoco ternera. Menos mal que tenía macarrones, porque si no, menudo chandrío 😀 … El resultado, he comido a las 6 de la tarde, ni más, ni menos.

Esto me plantea varias dudas:

1. Si en el título pone Spagetti, ¿dónde están los espaguetis? Por si mi conocimiento del sueco me había traicionado, he buscado las palabras en el traductor, juntas, separadas, bailando … Italiensk es fácil. Spageti también. Pues lo otro (Kastike) no existe :-D…

2. Si en el sobre aparecen espaguetis, ¿por qué dentro no? Coño, si compras un coche por catálogo te esperas ese coche, no un triciclo, o dos ruedas y ya está. Pues igual los suecos eso no lo saben bien.

3. Había más dudas, pero mientras hablaba con la joven doctora, y ella se reía de mí, he olvidado la mitad.

En cualquier caso, manda huev*s… ¿Lo harán para burlarse de mí? Igual en España pasa igual, probablemente sí. De hecho la marca es internacional y conocida en España. Así que esto no es un intento de burla hacia Rivendel, sino hacia mi bendita inocencia 😀

Por hoy me despido, que mañana quiero levantarme antes de que anochezca. Son ahora mismo las 5:22 de la madrugada, en 2 horas y media amanecerá. Y en 11 anochecerá. ¿Habrá suerte esta vez?

Hasta la próxima, jovenes padaguanes.

Y au 😀