0

2022: Un año para recordar

2022 es un año para recordar, lo hablaba el otro día con la Bella Doctora. Y es que ha habido de todo, momentos buenos, malos, durísimos, miedos, alegrías, cambios en el trabajo, reencuentros con viejos amigos…

Por eso, y porque desde que la pequeña Alicia nació mis neuronas tienen memoria bastante limitadica, he decidido escribir esta entrada, porque no quiero que dentro de unos años me pregunte «¿qué pasó en 2022?». Está claro que hay hitos importantes que no olvidaré, pero hay otros que con los años pueden ir quedando en segundo plano, tercero, cuarto… y finalmente caer en el olvido. Así que veamos esa lista de cosas :-).

Mi viaje por el mundo en solitario

Siempre había tenido una ilusión: irme solo por el mundo y pasar unos días conmigo mismo. Este año mi vida estaba a punto de cambiar así que mi fiel compañera de viajes me dijo: «Adelante, no te quedes con las ganas, que es un sueño que tienes». Dicho y hecho, me cogí los vuelos y me fui 10 días a Washington y Nueva York.

Fueron unos días muy especiales, pasé mucho tiempo a mi aire, sin distracciones, llevando horarios locos como a mí me gustaba hace unos años, organizando mis días como me apeteció y viendo frikadas de lo más variado: cementerios, arquitectura masónica, el museo de Friends (esto me lo regaló la Bella Doctora) y otras cosas no tan turísticas como una estación abandonada o una «falsa casa» en Brooklyn que en realidad era una puerta para los bomberos o algo así.

Proyecto Mini-Yo

Desde hacía ya algún tiempo la idea de tener hijos nos venía rondando por la cabeza. Como en nuestro viaje de novios estuvimos en Tanzania los médicos recomendaron dar un margen antes de encargar el Minion. Por eso esperamos hasta principios de este año para ponernos manos a la obra.

Por aquel entonces no lo sabía, pero cuando cogí el avión a Estados Unidos mis pequeños soldaditos ya habían cumplido su misión. Así que la semana después de volver del viaje hicimos varios tests de embarazos en días distintos (porque el primero yo me lo tomé como «bah, fijo que es un falso positivo») y recibimos la buena noticia: Mini-Yo saldría a producción hacia el mes de noviembre.

Cambio en el trabajo

Llevaba varios años queriendo un cambio en mi vida laboral. Y no, no es que no me gustara lo que hacía, pero necesitaba salir de mi zona de confort después de más de 10 años en el mundo de la Web. Así que, como quedaba una vacante en el equipo de DevOps, ¡ahí que me fui!

Fue un reto interesante, no sólo a nivel profesional sino personal. Es una antigua tradición que los equipos de desarrollo y los de DevOps no se lleven bien, así que el movimiento me pareció una buena oportunidad para intentar sembrar la paz entre ambos mundos. Veremos si con el tiempo recogemos frutos güenos, güenos.

Compra del piso

Pues seguimos para bingo :-). Ya en 2020 habíamos empezado a mirar pisos pero ninguno nos había convencido lo suficiente como para dar el salto. Este año nos dio por hacer otra ronda y encontramos uno que nos pareció que podría ser nuestro nuevo hogar. No tenemos fecha de entrega, todavía lo están terminando de construir, pero estamos muy ilusionados. ¡Paciencia!

Viaje con la Tinki-Winki

Siempre había querido hacer un viaje con mi amiga, «La nómada loca». Este año, para Semana Santa, la Bella Doctora y yo decidimos retomar ese viaje a Londres que la pandemia nos hizo cancelar, y a última hora se nos ocurrió preguntarle si quería coger a su hungarillo prometido y venirse con nosotros.

¡Pues hale, a Londres que se vinieron! Pude matar dos pájaros de un tiro, visité Londres y tuve el viajecillo con ellos. ¡Y lo contentos que se pusieron cuando les dimos el notición!

Conciertazo de Ixo Rai!

Después de 20 años sin verlos en concierto, el 23 de abril, día de San Jorge, Ixo Rai! dio un lo que en principio sería su último conciertazo. Fui con la Bella Doctora, con Alicia (aquí ya sabíamos que Mini-Yo tendría chorrete) y mi padre, el abuelo Paco, que era con quien yo iba a estas cosas de pequeño.

A mi padre se lo dije hace unos días, necesitaba que lo supiera. Ese concierto fue sin duda uno de los momentos más emotivos de mi vida por todo lo que había ahí concentrado (padre, esposa, hija en fabricación, día de Aragón, Ixo Rai!, banderas de mi tierra…).

Poco después se supo que harían una gira por Aragón y, aunque al principio fue un poco decepcionante, no tardé en decidir que, en realidad, viví «el último concierto» pero ahora tendría la oportunidad de verlos también en Huesca y en Zaragoza para El Pilar.

Y sí, el cierre de la gira lo hice con mi Hermano Hermano, el Hijo de Boston. Así que sí, «bro», el último 15 de Agosto lo bailé contigo :-).

Viaje a Escocia

Otro viaje que tenía pendiente era un recorrido por Escocia. Coger un coche y recorrer el país con la calma, visitando ciudades, lagos, bosques y todo lo que diera tiempo. Pero conforme iba avanzando el embarazo se nos iba haciendo más difícil seguir nuestras rutinas viajeras, poco recomendables para estos casos.

Finalmente nos decantamos por ir a Glasgow y Edimburgo y dejar para más adelante el tour completo. Además así podremos llevar a Alicia a conocer mis tierras (los 10 metros cuadrados que apadriné, jejej).

Fue un viaje tranquilo en el que pudimos disfrutar del tiempo necesario para ver todo con calma. Edimburgo es muy, muy chula. Mucha cosa estilo Harry Potter, cosillas de masonería, gente muy amable, cerveza… ¡Volveremos!

Y ojo, como sorpresa final, Basil, un buen amigo del Erasmus que estuvo desaparecido durante muchos años me escribó la última noche para decirme que poco después pasaría por Zaragoza. Así que, después es tanto tiempo, pudimos pasar una tarde juntos poniéndonos al día.

En resumen

Que me ha quedado el mejor año de mi vida, desbancando después de más de 10 años a mi casi insuperable año de Erasmus. Aquí la lista completa de cosillas que quiero poder recordar en un futuro:

  • Viaje en solitario a Washington y Nueva York
  • Proyecto Mini-Yo
  • Cambio en el trabajo
  • Compra del piso
  • Viaje con «La nómada loca» a Londres
  • Conciertos de Ixo Rai!
  • Viaje a Canarias
  • Viaje a Escocia
  • Viaje a Santander y el País Vasco
  • Bodas varias (Barcelona, Gijón, Santiago de Compostela y Rueda)
  • Reencuentro en Zaragoza con Basil, el suizo pródigo del Erasmus
  • Viaje a Valencia, ya con Alicia y reencuentro con Angel Goodmorning

Y eso es todo. Dejo unas fotillos a modo de resumen, y con esto me despido.

Os deseo unas felices fiestas y todo lo mejor para este año 2023.

Y au! 🙂

PS: Gracias por acompañarme

0

El bus fantasma de Londres

Hoy os traigo una historieta de esas que te dejan los ojos como platos. Sabéis (y si no pues ya os lo digo ahora) que yo no creo en dioses, espíritus, fantasmas, demonios ni nada por el estilo. Pero lo que os voy a contar es, cuanto menos, sorprendente. Sentaos y disfrutar, queridos padaguanes, os pongo en situación:

Hace unos días estuve en Londres con la bella doctora. Lo teníamos pendiente desde la Semana Santa de 2020, año en que, como bien sabéis, la vida dio un vuelco completamente inesperado (no se podía saber, decía cierta carga pública) y tuvimos que abortar todos nuestros planes. Este año sí, hemos conseguido sacarnos esa espinita, pasar la Semana Santa por allí y patearnos la ciudad como nos gusta a nosotros. Solo que, en esta ocasión, tuvimos dos acompañantes inesperados, mi amiga la trotamundos y su futuro marido, el húngaro bajito. Os contaré más detalles sobre el viaje y mis impresiones sobre los ingleses pero por ahora vamos al lío.

Una noche, después de unas cervezas, decidimos que era buena idea coger un autobús hasta el hotel. Fuimos hacia la parada, a unos cuantos minutos andando desde el bar. Al doblar la última esquina vimos que, en la parada, estaba el autobús 94, ¡qué suerte! Se nos iba a escapar «en los morros» así que decidimos echar a correr con la esperanza de que el conductor se apiadara de nosotros. Mi amiga corrió rauda y veloz moviendo los brazos y el autobús, que ya había arrancado, frenó y se detuvo de nuevo.

¡Qué bien! Habíamos conseguido que esperara. Cuando mi amiga llegó al autobús los demás todavía seguíamos corriendo detrás y vimos que ella miraba sorprendida por las ventanillas. No entendimos qué pasaba hasta que lo alcanzamos…

El autobús estaba completamente vacío, sin nadie dentro, sin conductor, sin luces, sin motor en marcha. Dimos la vuelta alrededor por si el conductor había salido. No había nadie… Esperamos un par de minutos, tal vez hubiera sido un apretón y el conductor aparecería con cara de alivio y una sonrisa de oreja a oreja.

¿Dónde había ido? Los cuatro habíamos visto el autobús arrancar y parar para esperarnos.

Decidimos finalmente dejar este misterio como una anécdota del viaje y seguir nuestro camino hasta la línea Central, la roja, que tenía una estación 3 o 4 minutos andando. La rematadera fue cuando, ya a punto de bajar las escaleras al metro, el bus apareció con su conductor, sus lucecicas y sus viajeros felices dentro.

¿Cómo os quedáis?

Y au! 🙂

PS: Comeremos pizzas, veremos el LagoNés o nos comeremos un Kebab. Sobre la marcha 🙂

0

Malo, sí, pero podría haber sido peor

Pues ya ha acabado 2020… Y no, la verdad es que 2021 no va a ser mucho mejor. La maldita pandemia no va a desaparecer por el mero hecho de que haya empezado un año nuevo. No vamos a poder volver a abrazarnos, salir sin mascarilla o viajar por medio mundo. En resumen, más de lo mismo.

Echando la vista atrás ha sido un año pésimo. Todo comenzó con ediciones especiales de «La secta» y el señor «Ferrero Roché» hablando de ese desconocido virus que estaba sembrando el terror en China pero que en España causaría, a lo sumo, unas cuantas muertes. Pasaban las semanas, los contagios iban aterrizando en nuevos países, se empezaron a utilizar palabras como «riesgo» o «pandemia», a los médicos se les cancelaron congresos, formaciones y cualquier otro desplazamiento… Por nuestra parte, la bella doctora y yo decidimos echar el freno y esperar un poco antes de reservar vuelos y hoteles en previsión de lo que pudiera ocurrir.

Había ciertos indicadores de que algo gordo se estaba gestando pero, aún así, nuestro flamante gobierno seguía animándonos a hacer vida normal e incluso nos animaba a ir a las manifas antimachistas porque, al fin y al cabo, el machismo mataba más que el virus y se nos iba la vida en ello. Los estadios de futbol seguían a reventar de gente animando a su equipo, las terrazas de los bares llenas, los eventos multitudinarios seguían celebrándose como si tal cosa.

De repente y sin poderse saber con antelación, la situación se volvió crítica y llegaron dos meses de confinamiento domiciliario con emisiones diarias del NO-DO en las que se nos contaban las grandes novedades. Un cachondeo: Cifras de muertos maquilladas, excusas, médicos sin equipos de protección, mascarillas defectuosas, guantes caducados, respiradores que no llegaban, mandos de los cuerpos de seguridad hablando en las ruedas de prensa, insinuaciones cuanto menos cuestionables del ministro de defensa…

Fueron meses muy duros en los que miles de personas perdían a diario su trabajo o a algún ser querido. El número de fallecidos seguía subiendo y lo único que podíamos hacer era ser pacientes, cumplir con las nuevas restricciones y esperar a que surtieran efecto. Hoy me cuesta recordar muchos detalles que se ve que inconscientemente he decidido olvidar.

Después llegó la desescalada, las fases, los cambios de medidas sobre la marcha, el lío generalizado y, en consecuencia, la gente haciendo lo que le daba la gana (en muchas ocasiones no tanto por pasotismo sino por desconocimiento o confusión). La broma continuó cuando el control centralizado que se había ejercido hasta entonces se cedió a las comunidades autónomas. Y aquí ya… 17 realidades y ritmos distintos. UN DESCOJONE. Mejor no voy a hablar de lo que ha ido ocurriendo entre julio y diciembre.

Podría seguir rajando y rajando sobre lo terrible que ha sido el año, sobre cómo todos mis planes se han ido al garete (comida en un 3 estrellas Michelín, viajes a Londres, Chicago, Perú, Japón…) o sobre lo h*ja de la grandísima p*t* que es la gente y cómo muchos se saltan las normas a la mínima oportunidad. Pero… creo que merece la pena dejar de quejarse y pensar en qué cosas han salido bien a pesar de todo:

  • A pesar de todo lo ocurrido sigo sin fumar. Ayer hizo dos años de mí último cigarrillo
  • El confinamiento no me ha hecho engordarme todavía más. De hecho, me puse a dieta y he conseguido perder unos 12 kg
  • Mi familia está bien, afortunadamente no tengo pérdidas que lamentar
  • Sigo manteniendo mi puesto de trabajo. Uno nunca puede estar seguro del futuro pero, hasta ahora, todo ha ido bien
  • La bella doctora ha conseguido una interinidad aquí en Zaragoza
  • He tenido ocasión de hacer viajes por España (Extremadura, Galicia, Asturias, Canarias…) y también conocer un poquito más la provincia de Zaragoza. ¡La comarca de las Cinco Villas me sorprendió mucho!
  • Varios buenos amigos han tenido bebés (bichos o cacharros como yo los suelo llamar)

En mi caso, he vuelto a disfrutar de cosas que había olvidado que eran tan importantes. Hacía años que no disfrutaba tanto de un simple paseo de la mano por la Aljafería. O de un café con mis padres, o de sentarme en un banco, o de hacer manualidades, o de leer…

Pequeños placeres que con el paso de los años y el peso de la rutina uno va dejando de valorar. Esa, esa justamente es mi moraleja para este año y lo único que hace que sea menos malo. Ya que no he podido hacer nada de lo que quería hacer al menos he aprendido a querer lo que sí podía hacer.

Todavía queda un largo trecho por recorrer. Habrá que ver si las vacunas funcionan y cómo de profunda será la crisis económica que nos quedará, pero no queda otra que tirar “p’alante” y aguantar.

Y hasta aquí mi parrafada de hoy. La verdad es que no sé si me estoy dejando algo de lo que quería poner, pero como tengo sueño y esto ya es demasiado largo, lo dejo aquí.

Y au! 🙂

PS: Ya abrirán, ya…

0

¡Buenos días! ¡Eso lo serás tú!

Llevo bastante tiempo dándole vueltas al tema: Estamos creando una sociedad rabiosa, que se ofende por todo, que busca en cualquier comentario algún motivo por el que sentirse atacado y una excusa para atacar a quien piensa diferente.

No hay más que dar un paseo por cualquiera de las redes antisociales para darse cuenta de cómo está la situación. A cada comentario que haga un usuario en un momento dado le encontraremos respuestas criticando su actitud. Veamos algunos ejemplos.

Un simple ¡Hola a todos! puede traer respuestas diciendo que la palabra todos invisibiliza a las mujeres, lo que nos convierte automáticamente en machistas opresores del patriarcado.

Preguntar a una mujer si tiene novio (o a un hombre si tiene novia) nos convierte en unos xenófobos que presuponemos y damos por única posibilidad válida la heterosexualidad.

Si nos gustan las películas en las que los protagonistas acaban enamorados, entonces estamos perpetuando los conceptos de familia tradicionales. Si además nos gusta que esa pareja sea heterosexual (puede que una persona heterosexual se sienta más identificada con una pareja heterosexual), ya somos ultraconservadores.

Si nos gusta nuestro país, ultranacionalistas rancios. Si nos gusta nuestra región, ultranacionalistas pero modernos.

Decir que nos gusta la ternera y desayunar un vaso de leche con un huevo frito nos convierte en unos asesinos especistas que violan a las vacas y roban los bebés de las gallinas para comérselos.

Si un camarero sirve el refresco a la mujer y la cerveza al hombre, machista.

Si criticamos cualquier dogma promovido por un partido de izquierdas, entonces somos fascistas.

Si criticamos cualquier dogma promovido por un partido de derechas, entonces somos comunistas perroflautas.

Si damos nuestra opinión sobre el fútbol, entonces no tenemos ni idea. O peor aún, nuestra ciudad / región / país se convierte en un foco de ataques e insultos de lo más variado.

Una señal en la que un muñequito lleva al colegio a otro muñequito que lleva coleta es machista porque presupone dependencia de la mujer y su obligación de llevar coleta. También es ofensivo que los moñigotes de los pasos de cebra no lleven falda.

Incluso puedes ofender a las camas si por ser grandes las llamas «de matrimonio». ¡Pobres camas! O bueno, realmente igual a quien ofendes es a los matrimonios porque tal vez prefieren dormir en hamacas.

Creo sinceramente que la cosa se nos está yendo de las manos. Tenemos que cortar con esta dinámica nociva que algún día nos va a traer disgustos reales, empezar a pensar que el mundo no va en nuestra contra, necesitamos decir «BASTA».

No debería haber nada ofensivo en que un moñigote lleve o no lleve falda. No debería ofendernos que alguien nos pregunte nuestra edad, nos abra la puerta, desapruebe una medida política con la que no está de acuerdo, comience una conversación utilizando cualquiera de los dos idiomas que maneja en su día a día. No debería haber ningún problema en que una marca de coche publique un anuncio en el que una niña merienda una fruta. Una bandera no debería ser motivo de insulto, acoso o señalamiento. El género neutro en un idioma no debería quitar el sueño a nadie.

Tengo clarísimo que a los políticos les interesa polarizar a la población. Estás conmigo o contra mí, si no ves el problema es que formas parte de él. Si no piensas como yo entonces quieres dar un golpe de Estado… Esa y otras absurdeces pueden verse día sí y día también en las redes sociales sin que nadie se plantee por un segundo si están jugando con nosotros.

Dejo aquí esta reflexión por si a alguien le hace pensar. A mí, personalmente, hay algo que no deja de venirme a la mente cada vez que abro Twitter:

A esas «buenas personas» les pagan un pastizal por soltar su odio y enfrentar a la población. A nosotros no nos pagan, no les hagamos el trabajo sucio.

Y au 🙂

PS: Tengo sueño ya…

0

De raseros va la cosa

La semana pasada estuve de vacaciones en Gran Canaria con la bella doctora. Nos alojamos en un hotel que tenía su piscina, su spa, su buffet libre, sus jacuzzis en la azotea, y algo que me llamó la atención. En la puerta tenía un cartelito que ponía «Adults Only» (sólo adultos).

Esa fue una de las razones por las que escogimos ese hotel, pues nos garantizaba que no habría niños correteando y gritando. Que son adorables, sí, pero cuando los tienes gritando a tu lado y no son tuyos no son tan geniales.

Mientras los días anteriores estábamos buscando hoteles como locos, hubo algunos que quedaron descartados porque no tenían buffet, otros porque no tenían spa, y otros porque no nos quedó elección. Éstos últimos tenían otro de esos cartelitos: «Gay men only».

Curiosos cartelitos. El segundo garantizaba a hombres homosexuales que podrían tener un ambiente donde ir a ligar sin tener que preguntarse si sus posibles objetivos amorosos tendrían la misma orientación que ellos. Al ver esto pensamos: «Jo, este hotel está muy bien y no nos dejan entrar a ninguno de los dos, al uno por ser mujer y al otro por ser hombre heterosexual, vaya discriminación».

¡Anda! Resulta que me pareció bien que yo pueda tener un hotel donde los niños no puedan venir a molestarme pero no me pareció tan bien que a mí no se me permitiera entrar al otro.

Reflexionando sobre este tema llegué a la conclusión de que debería ser tan licito (mucho o poco) satisfacer mi necesidad (descansar sin niños) como la de los hombres gays que van a esos hoteles (poder encontrar gente con su misma necesidad sin incomodar a gente que no la tenga). Y, viéndolo así, yo no debería aplicar diferentes criterios dependiendo de si el problema me afecta a mí o a otros.

Y aquí viene el problema, ¿dónde está el límite? En principio que no haya niños correteando por un hotel podría parecer algo insignificante, pero excluir a mujeres y heterosexuales empieza a ser algo más peliagudo. Porque si esto nos parece bien, ¿qué pasaría si en otro hotel no aceptamos homosexuales? ¿Negros? ¿Extranjeros?

Tal vez es un ejemplo algo mundano, pero esto mismo puede verse a diario cuando nuestros políticos presuponen culpables a los hombres mientras hablan de presunción de inocencia para nuestro querido rey emérito. También cuando un presidente autonómico se queja primero de que el estado le oprime con un estado de alarma y después pide que el estado intervenga cuando las competencias le son devueltas. O cuando un iluminado aplaude manifestaciones y acosos a determinados líderes políticos y luego se queja de que hay gente gritando en la puerta de su casita.

Día a día, lo que está mal está mal cuando me afecta pero no cuando afecta a mi rival. Dobles, triples, múltiples varas de medir dependiendo del día de la semana. Éste es el mundo que estamos construyendo.

Yo no soy un lumbreras ni una persona con gran inteligencia emocional pero fui capaz de darme cuenta de que mi actitud no era coherente. ¿Por qué hay tanta gente que no ve el problema?

Ahí lo dejo. Ahora toca ir a Wesconsin a comer bien 🙂

Y au!

PS: El mundo parece más grande ahora pero volveremos a hacerlo pequeño en cuanto nos dejen 🙂

0

Me he equivocado y no volverá a ocurrir

Mi saludo de hoy va para los políticos, esas personas altamente cualificadas que nos gobiernan tan diligentemente. Gente que cumple las normas, que no hace trapicheos, que toma decisiones acertadas y que si se equivoca lo asume.

No… NO ES ASÍ.

Hay muchas cosas que me gustan de España: nuestro clima (bueno, a veces), nuestra geografía, arte, cultura, comida, nuestro sistema de salud (esto no es que me guste, es que me enorgullece)… Pero una cosa de la que nunca he podido sentirme orgulloso es de los políticos.

Yo no sé en otros países del mundo pero aquí, en España, no es raro que un político:

  • Obtenga un máster de forma irregular o copiando
  • Sea pillado robando en un supermercado
  • Se fugue cuando la policía le da el alto por aparcar donde no debe
  • Participe en una trama de corrupción a gran escala
  • Conozca de antemano los riesgos de permitir eventos masivos y los permita
  • Se salte una cuarentena en momentos de pandemia
  • Conteste con otra tontería no relacionada cuando se le hace una pregunta
  • Mienta a la población, durante meses, sobre la autoría de un atentado terrorista
  • Escriba un tuit llamando asesino machista a un señor, luego se demuestre que era inocente y no se retracte
  • Insinúe que su gobierno controla a los jueces

Es sorprendente cómo en este país resulta tan difícil ver a un político presentando públicamente su dimisión, pidiendo perdón y explicando su error. No lo he visto en la vida.

Pero también es cierto que detrás de un mal político siempre hay miles de borregos que le votaron y que volverán a hacerlo. Gente que siempre va a defender las malas decisiones de su pastor, gente que se creerá sus mentiras y que, cuando le presentes pruebas de que se está equivocando te dirá eso de que «si no ves el problema es que formas parte de él».

Creo que en estos tiempos en los que vivimos necesitamos romper con la creencia de que votar a un partido es más serio que casarnos y pedir una hipoteca millonaria. Necesitamos romper con la idea de que si votamos a un partido es porque todo lo que dice nos gusta y nos tiene que gustar. No… La crítica, y también la autocrítica, son más necesarias que nunca ahora que diariamente nos bombardean con información sesgada o directamente falsa. Hemos de ser capaces de detectar qué puntos de un programa electoral nos parecen bien y cuáles no, y elegir el partido al que más afines seamos.

Sí, había indicios de que esto podía ser una pandemia. Sí, había pruebas que indicaban que había que prohibir los actos masivos. China y también Italia eran como nuestras dos bolas de cristal que iban explicando lo que pasaría aquí poco después. La Organización Mundial de la Salud avisó. Se tomaron decisiones mal y tarde y nadie ha dado la cara.

Ante una mala gestión (por decirlo de algún modo suave) creo que lo único que se puede hacer es admitirlo, explicar a la población qué pasó y por qué y presentar tu dimisión.

En este sentido, creo que el único «político» que dio la talla fue «Juancar». Está claro que el caso es distinto porque:

  • A esa persona no la ha elegido nadie que tenga menos de 60 años
  • No es un político propiamente dicho
  • No dimitió ese mismo día por todo aquello
  • No se nos dio la oportunidad de elegir democráticamente un sustituto
  • No es el único ni el último escándalo relacionado con esta persona que sale o saldrá a la luz

Pero, al menos, es el único que fue capaz de decir:

Lo siento mucho, me he equivocao y no volverá a ocurrir

Así que, aunque sólo sea por eso, un saludo al emérito.

Y au 🙂

PS: Hoy me voy a ahorrar esto porque, dado el fin de semana que es, iba a ser más pasteloide de lo que me gustaría.