El jardinero era la clave… hoy lo he descubierto.
Llevo mucho tiempo sin contaros un sueño raro que haya tenido. Hoy he tenido uno que debía ser secuela de otro que tuve hace tiempo, porque ya me sabía los truquillos. Os cuento la historia …
Ponemos cursiva para dar un toque místico:
He aparecido en una especie de explanada enorme de césped rodeada de muros, era como una cárcel. Pero no era una cárcel, todos los reclusos íbamos vestidos de blanco y no de naranja butanero como en las películas. Además, en el patio había corros de gente donde algunos empleados daban charlas de lo más religiosas que he visto en mi vida. Que si iremos al infierno si hacemos no se qué, que si nuestro señor no se cuál… ¿Sería un psiquiátrico?
Todos los reclusos estábamos medicados para que fuéramos dóciles. Yo recordaba del sueño anterior que me daban 5 pastillas diarias, así cuando me han dado la medicación me las he apañado para tomarme sólo una. Así he conseguido estar «medio pito» para pensar en el siguiente reto.
Tenía que salir de allí, así que he ido a una empleada para decirle que quería irme. No me sonaba que me hubiera puesto pegas la otra vez, pero por si acaso le he dicho que mi madre estaba muy enferma, y que si se moría sin estar yo con ella no me lo iba a perdonar. La señora, muy amable y comprensiva, me ha dicho lo siguiente:
– Claro, no hay problema, ve a hablar con el jardinero, es quien tiene las llaves de la puerta.
Y ha señalado a un señor joven vestido con vaqueros azules y camisa de cuadros, que iba andando con un cubo en la mano a lo lejos.
Entre él y yo había 3 paredes de cristal con puerta (como si fueran pasillos intermedios, de varios metros de ancho) que había que atravesar. Y todo antes de que él llegara a un pasillo largo y desapareciera de mi vista.
El sueño que había tenido anteriormente acababa cuando yo intentaba cruzar la primera puerta, no había forma de abrirla. Pero esta vez, la cosa ha cambiado porque me sabía el truco de esta prueba: la empleada.
He metido rápidamente la mano en el bolso de la amable señora y he extraído un manojo de llaves. Con eso he podido abrir la primera puerta y salir corriendo hacia la segunda pared de cristal. El jardinero seguía avanzando.
He repetido la operación con las otras dos puertas, utilizando para abrirlas la misma llave. Por alguna razón sabía qué llave era, igual no era la segunda vez que lo soñaba, quién sabe.
Y al final he llegado hasta el jardinero, que iba fumándose un cigarrillo e ignorando mis gritos desde lo lejos.
Esta ha sido mi última traba. Resulta que él me ha dicho que era un «alumno» también. Que a él también le habían dicho que si alguna vez quería irse hablara con el jardinero. Ha abierto la puerta de su habitación, que era blanca como la pared del pasillo largo que os comentaba. De hecho, la puerta se confundía con la pared, si no llega a abrirla no hubiera sabido ni que estaba allí.
Se ha metido en su habitación ha cerrado la puerta y me ha dejado con toda la intriga.
Quitamos la cursiva, ya no hace falta 😀
Ahí ha acabado mi sueño, porque mi padre ha venido a despertarme. Queda pendiente enterarme quién es el jardinero y por qué hay que pedirle las llaves a él. También por qué nos dicen a todos lo mismo, y quién dirige ese lugar. Cuando me entere os lo cuento.
Es curioso cómo nuestra mente inventa estupideces máximas, y como se pueden enlazar los sueños una y otra vez.
En fin… otro día más, ahora a preparar maletas que me voy de viaje unos días.
Y au! 🙂
PS: Un par de semanas y veremos qué tal se me da planchar …