Qué tiempos aquellos, en los que Rigodesio comía mocos…
Pues sí, eran el cuarteto perfecto: Rigodesio (Rigo, en adelante), los mocos verdes, los rojos, y los amarillos. Allí estaban los cuatro, día tras día, compartiendo experiencias. Con buen tiempo, con lluvia, frío, o un calor que tetorras te torras, nuestro amigo Rigo siempre sacaba un momento en que nadie le viera para meter su dedo índice en cualquier agujero nasal y deleitarse un día más con el increíble sabor de su tesoro de colores.
Un día algo pasó, y de repente sus mocos rojos y amarillos se volvieron naranjas. Ya nunca pudo sacarse uno rojizo como hasta entonces, sino que siempre le salía uno más gordote y naranja. A nuestro joven protagonista no le hacía mucha gracia, pero decidió que «a falta de pan buenas son migas», y que a falta de mocos rojos, mejores son los naranjas.
Así que la vida siguió, feliz con la nueva situación. A cualquier hora seguía degustando sus pequeños y redonditos placeres, de modo que los días pasaron, y pasaron, hasta que de repente…
Su nariz debió alterarse, porque ahora sólo veía mocos marrones. ¿Qué pasaba con los rojos, verdes y amarillos? Ahora salían de un color marron parduzco, que no le gustaba nada. ¡Además sabían fatal!
Buscó posibles explicaciones. ¿Por qué ahora ya no le sabían tan ricos y jugosos? AAARRRGGG.. ¿Habría madurado? ¿Habría pasado de ser un niño comemocos (como todos a esa edad) a ser un adolescente con ganas de farra y alcohol, que pasaba de los mocos definitamente?
Afortunadamente para nuestro amigo, los mocos verdes volvieron un buen día, esta vez de un color más brillante y llamativo, y con un sabor especial, que le hizo olvidarse de aquellos mocos rojos y amarillos, que ahora recordaba insípidos. «Sería que se me resecó la nariz» – se decía nuestro amigo.
Bendita niñez, qué felices somos durante esos años, qué parras, qué ignorantes… Lo mejor (y/o lo peor) de todo es, que tarde o temprano maduramos, y decidimos que igual que sacarse mocos es algo asquerosillo y que a la gente no le gusta, hay más costumbres que debemos dejar atrás, para emprender otras nuevas.
La moraleja de hoy, mis queridos frikis, es:
«Disfritad el día a día, porque si hoy os sacáis mocos y jugáis a los Playmobil, mañana estaréis con 5 septiembres, recluidos en casa y sin acordaros apenas de lo jugosos que os sabían aquellas bolitas verdes, mientras jugábais en la bañera con el barco pirata».
He dicho.