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Coronavirus, trabajo y teletrabajo (Parte I)

Llevo días queriendo desahogarme con este tema, pero tenía la esperanza de que la situación cambiara. Hoy he llegado a la conclusión de que no va a ser así, de modo que ya no veo razón para no escribir esta entrada, que será probablemente la primera de una serie en la que hablaré de cómo se ha planteado la crisis del coronavirus en la empresa en la que trabajo.

Antes de nada, un poco de contexto. trabajo en una empresa que distribuye *** a *** y ***. Soy informático y mis labores van siempre relacionadas con el mundo de las webs, por lo que mi presencia en la oficina es, lógicamente, absolutamente opcional. He puesto asteriscos porque no creo que éste sea el sitio adecuado para poner a parir a una empresa (aunque en este caso lo merezca), creo que las cosas hay que decirlas cuando, donde y como hay que decirlas, todo a su tiempo. Pero, para que os hagáis una idea, es una empresa bastante grande y se mueve en un sector crítico.

Pues bien, el miércoles pasado, 11 de marzo, ante expansión del virus, se nos convocó a todo el departamento para comunicarnos que se nos mandaba a casa para trabajar desde allí indefinidamente. La noticia me alegró, ya que vi que la empresa se preocupaba por nosotros y trataba de minimizar riesgos en la medida de lo posible. A medio día estábamos todos desmontando nuestros ordenadores y partiendo hacia casa para terminar la jornada desde allí.

A la hora de cenar llegó un mensaje diciendo que a una mujer de las altas esferas, cuyo nombre no mencionaré, no le había parecido bien que el equipo de Zaragoza trabajara desde casa. Así que a la mañana siguiente volvimos todos a trabajar a la oficina.

Por alguna razón que no llegué a entender, hay jefes en la empresa que no quieren que teletrabajemos todos a la vez. Deben pensar que teletrabajar significa irse de vacaciones. Así que sólo permitieron que medio equipo trabajara en casa, de forma que la historia quedó de la siguiente manera:

  • Equipo rojo y equipo azul. Cada equipo trabajará desde casa una semana y se irán alternando.
  • La gente en la oficina se sentará lo más dispersa posible de forma que nadie del equipo rojo se siente en ningún sitio tocado por el sitio azul.
  • No podemos bajar al comedor porque ahí comen los del almacén. Tenemos que comer en la pequeña sala que tenemos para tomar café. No podemos fregar los platos porque no hay fregaderos.
  • No podemos comer más de tres personas a la vez porque no hay margen para dejar sitio entre nosotros. Esto se traduce en que comemos en el sitio.
  • No podemos hacer reuniones presenciales, siempre por videoconferencia.
  • Lógicamente no podemos tocar puertas ni nada que toquen otras personas.

Esto fue el jueves. La verdad es que el jefe de mi departamento se lo curró un montón e intentó crear un plan de acción lo más seguro posible. No tengo quejas sobre él, el pobre se está comiendo un marrón que no quisiera yo por todo el oro del mundo. Yo, la verdad, es que es una persona a la que tengo en buena estima y a la que admiro por considerarle alguien justo y razonable. Todo hay que decirlo, lo bueno y lo malo.

El fin de semana el gobierno decretó el estado de alarma. Se insinuó que sería obligatorio trabajar desde casa, aunque luego el Real Decreto se olvidó de incluirlo. Quedó como una recomendación pero no obligación legal, así que cada empresa hará lo que le parezca mejor.

Inmediatamente la empresa preparó un documento en el que se dice claramente que yo, _______, trabajo en _____ y mi trabajo es absolutamente indispensable para abastecer de *** a *** y *** de todo el territorio nacional. Yo, un informático que hace webs. Este papel está diciendo algo que es absolutamente falso.

Rápidamente preguntamos por qué era tan indispensable para la empresa que 30 informáticos que hacen webs (y otras cosas más frikis con bases de datos enormes) estemos en la oficina. Y la respuesta que nos dieron fue:

Imaginad que hay un super contagio, los del almacén se ponen todos malos a la vez y hay que cargar un camión. Tenéis que estar para poder ir corriendo a meter las cajas.

Esto ya es esperpéntico. Porque digo yo:

  1. Si tan crítico es, ¿no debería haber varios equipos de gente del almacén, uno trabajando y otro de guardia por si pasa esto?
  2. ¿Cuál es la probabilidad de que todos a la vez enfermen?
  3. ¿Cuál es la probabilidad de que todos ellos enfermen justo al mismo tiempo, en horario laboral y mientras cargaban un camión?
  4. Si esto ocurriera, ¿no sería suficiente una llamada telefónica para que en 20 minutos todos los informáticos estemos allí para cargar el camión?

Tenernos en la oficina por un hipotético riesgo prácticamente imposible de que se produzca introduce algunos problemas que no me parecen insignificantes:

  1. En caso de desbordamiento de los hospitales, cosa que sí es bastante probable, ¿qué nos pasará si tenemos un accidente de coche?
  2. Acudiendo a la oficina aumentamos más riesgo de contagiarnos, o peor aún, de contagiar a otros compañeros, a sus familias, a los del almacén que cargan los camiones.
  3. En mi caso particular, un contagio mío supondría una cuarentena a una médico. Por la cabezonería e insensatez de alguien que no entiende que teletrabajar significa «trabajar a distancia» el sistema sanitario puede perder personal. Y no es que yo sea especial, hay más personas con parejas en el mundo de la sanidad.
  4. También hay personas que sencillamente tienen a su cargo a personas mayores o con problemas de salud que les hacen más sensibles. Esta gente también es muy importante.

Llevo cuatro días trabajando y no he hecho absolutamente ninguna tarea que no hubiera podido realizar desde casa, concretamente desde donde estoy escribiendo esta parrafada. ¿Me quiere alguien entonces explicar qué coj*n*s estamos haciendo allí?

Y ojo… me encanta teletrabajar un día a la semana pero no me hace ni p*ta gracia pegarme un mes entero recluido en casa sin salir. Me gusta ir a la oficina y es una excusa para ver el sol y tomar el aire. Si me estoy quejando es porque, responsablemente, la decisión más sensata es quedarse en casa.

Lo que peor llevo de todo son las formas, las excusas, la actitud irresponsable en una empresa relacionada con el sector de la s*n*d*d. Sólo espero que por esta actitud no acabe pasando alguna desgracia porque entonces, ¿qué dirá la señora de las alturas?

En fin… otro día os seguiré contando.

Y au :-).

PS: Ni Londres, ni Gurrumendi… Levantaremos esto!

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