5

El ascensor cachondo

Sigo soñando cosas paranoides.

En esta ocasión, después de apostarme la vida en un partido de «boleybol» en el que mi compañera de equipo era lo más patoso que he visto en mi vida (he perdido, y lo que todavía no entiendo es cómo me han perdonado la deuda), he aparecido en un edificio antiguo pero muy lujoso de 9 plantas, en el que me he dispuesto a coger el ascensor.

Estaba en la planta baja, y he pulsado el 7º botón, tal y como haría para subir a mi casa. Así, el ascensor ha empezado a subir piso tras piso, hasta llegar a mi objetivo. Pero cuando las puertas estaban a mitad de abrirse, se han cerrado y he subido, sin quererlo, al último piso. Allí había una señora, que parece ser que había pulsado el botón de llamada. La mujer se ha disculpado por subirme hasta allí, y le he dicho que no importaba, que podía subir. 

De nuevo bajábamos, y hemos vuelto a parar en el 7º piso, para que yo me bajara (la mujer iba a la planta baja). Pero, para mi sorpresa, la señora ha bajado allí, e igual que antes, cuando yo iba a bajar, las puertas se han cerrado y he vuelto a aparecer en el 9º piso. 

Esta vez una joven, bastante… ¿cómo decirlo? Bastante bien proporcionada, lo diré así para evitar palabras no aptas para todos los públicos. Y yo, amablemente y como en la ocasión anterior, la he invitado a montar en el ascensor.

INCISO: Como «ascensor» se repite mucho, ahora lo llamare «zanahoria».

NUNCA había rezado tanto para quedarme colgado en la zanahoria (excepto un día en la Facultad de Derecho, y no hablaré de ello ahora). Y como aquella vez, tampoco ha funcionado. Así que, ya en el 7º piso la bella joven ha salido al pasillo, pero cuando yo iba a salir… SORPRESA!! Puertas cerradas.

Esto se ha repetido varias veces, hasta que no sé cómo, he aparecido colgando de la zanahoria. La escena ha sido peliaguda:

Yo, agarrando con una mano la sirga, y con la otra el habitáculo de la zanahoria. Como en las películas. Y en el interior de ésta, 2 niños de 6 y 7 años. Si soltaba la mano de la sirga, todos muertos incluido yo. Si soltaba la otra, los niños muertos y yo con remordimientos. Así que he aguantado todo lo que he podido, hasta llegar a la planta calle.

Los niños han salido ilesos en la planta calleal recibidor, pero yo no he podido aguantar, y he caído, con la zanahoria, miles de metros.

Lo mejor es que… en lugar de matarme, he caído en la fila para subir a un telesilla, en una estación de esquí. Ahí estaba yo, equipado con unos buenos esquíes, con mi bañador y mis gafas de bucear.

Ya arriba, he recordado algo vital: Mis esquíes se han quedado en la telesilla. Así que he tenido que bajar andando hasta abajo, donde mi padre me esperaba con ellos en la mano, y silvando el Himno de la Alegría.

Ahí ha acabado mi sueño. Y menos mal, porque sólo una tontería más y me habría tirado por la ventana al levantarme… MENUDA PARANOIA.

Con esto, me voy a dormir, a ver qué me depara esta noche.

Y ya está 🙂

5 comentarios en «El ascensor cachondo»

  1. Jajajaj, qué forma más sutil de decirme que estoy como un santo cencerro (Quijote, obviamente. Elisa ha ido a saco).

    Pues nop, no lo he pensado, pero vaya, tampoco tienen nada del otro mundo, lo que pasa es que me acuerdo. Ay… si todo el mundo se acordara… Creo que me echaría a temblar!

    🙂

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.