Días como hoy me hacen pensar mucho sobre las cosas.
¿Cómo de importantes son las cosas por las que nos preocupamos? Si tienen solución, ¿no es más fácil arreglarlas y no perder el tiempo? Y si realmente no la tienen, ¿para qué darse mal?
Muchas veces nos enfadamos por cualquier tontería, o nos damos mal con alguna asignatura que tal vez vamos a suspender. Ayer mismo yo estaba preocupado porque en Agosto me voy a Estocolmo, y aun con toda la ilusión que me hace hay muchas cosas que voy a echar de menos. Estaba preocupado también por las becas, o por lo justo que voy de tiempo.
Pero es que realmente la vida son 3 días, y creo que muchas veces no somos conscientes de que en un momento todo puede cambiar. Creemos que tenemos 1000 años por delante y podemos permitirnos el lujo de perder uno. No nos importa dejarnos de hablar con alguien por cualquier chorrada, o simplemente asumimos que nuestra gente sabe lo mucho que les apreciamos. De modo que ¿para qué hacérselo notar?
Creo que si todos fuéramos conscientes de lo mucho que te cambia la vida en un sólo segundo cuando el médico te cuenta la grave enfermedad que sufres, nos esforzaríamos más en ser felices. Puede pasar que no lleguemos a casa a la vuelta de un viaje, que nos tropecemos y tengamos mala suerte, o cualquier cosa que nos cambie para siempre.
Así que mi lección de hoy (y es una grandísima lección), es que hay que aprovechar cada segundo que tengamos e intentar que sea el segundo mejor invertido que pudiéramos haber tenido. Pocas cosas no tienen arreglo.
Y au!
PD: Un abrazo, Raquelilla 🙁
Ya es jodido que tengan que pasar cosas como esta para que nos demos cuenta de lo que de verdad importa