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Lo que oyes en los baños cepesianos

Hoy tengo una pequeña anécdota que contar. Antes de nada os voy a poner en situación.

Centro Politécnico Superior de Zaragoza. Lugar altamente ocupado por personas entre 18 y 30 años (sin contar con profesores, jejej). Alta concentración de hormonas. La perversión está presente en cada rincón.

Hace un par de años escuché un diálogo insólito entre dos personas, mientras ellos usaban el “bater” de pared y yo usaba el trono:

– Jo, tío, estoy bastante preocupado.

– Pero bueno, ¿y eso?

– Pues ya ves, creo que tengo alopecia genital.

La risa a carcajadas se apoderó de mí, ante la atónica sorpresa de aquella pareja de veinteañeros.

Dos años después, hoy he vuelto (como cada día a eso de las 15:15 h, todos lo sabéis :-P) al trono. Y sentado he oído un ruido bastante curioso, y que por si me equivoco no diré lo que creo que es. JAAAAJAJAJ. ¿Queréis que os explique como era ese ruido? Es fácil!

Coged un trapo (un trozo de vuestra camiseta servirá). Ponedlo entre las palmas de vuestras manos. Ahora frotadlas una y otra vez. Ese ruido, similar al que se oye si te rascas por encima de la ropa, bastante repetitivo (como un riki,riki,riki…) es lo que yo he escuchado.

Entonces he entendido la jugada. Mientras yo “despedía a mi amigo”, alguien en el baño de al lado “se peleaba con el suyo”.

¿Cómo ha acabado la historia? Tengo en el móvil una melodía de una ardillita partiéndose de risa. Lo he puesto a todo volumen. Curiosamente el estridente y repetitivo ruidito ha cesado. He oído unos pantalones subirse y una cremallera cerrarse de golpe. FLUUUUSSSHHH (la cadena). El cerrojo. Unos pasos rápidos hacia la puerta… Y de nuevo el silencio sepulcral.

Esta ha sido mi aventura. Seguiré informando.

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