No llevaba idea de escribir hasta el miércoles, momento en el que si todo va bien conseguiré la condicional. Pero lo que hoy me ha tocado presenciar en directo no tiene precio, y necesitaba contarlo al mundo.
He confirmado lo que siempre he temido. Y es que, definitivamente, la estupidez mundialmente mundial no tiene límites.
Estaba yo resolviendo un sudoku con mi cigarro y mi café con hielo cuando 3 niñatos de aspecto indeseable acompados de una niñata con aspecto algo más deseable (pero no por ello menos estúpida) se han sentado en una mesa próxima a la mía.
En un principio no les había prestado atención, hasta que una serie de eructos a cual más gordo que el anterior, pero incapaces de hacer sombra a mis rugidos de león, han empezado a sucederse. He dedicado una mirada de pocos amigos a tan insoportable gentuza con la esperanza de que tal vez se dieran por aludidos. Me han devuelto la «sonrisa» y han seguido eructando, cual puerco cuando los matan para hacer jamones.
Pensaba que sería suficiente, pero para mi sorpresa no ha sido así. Lo siguiente ha sido ponerse a escupir. Con mi café en la mano podía escuchar los sonidos de sus «ñapos» saliendo de su boca, y el ruidito al chocar contra el suelo. Mis ansias por exterminarlos a todos han ido creciendo de forma exponencial.
Cuando la situación no podía ir a peor, el volumen de sus diálogos se ha disparado, hasta que he sido capaz de entender sus palabras, que han sido algo como lo que sigue:
– Co, esta tarde vamos a ver a la Yeni, que quería ir a echar unos «flais» en su kelly.
– Vale, co. Pero paso de pedos, ¿eh, co?
– Vale, co. Sin problema, co.
En realidad había más «co» en cada frase, pero me resulta imposible escribirlos todos sin que la conversación pierda todavía más el sentido.
Mi cabeza estaba a punto de explotar, si hubiera tenido un cactus se lo habría metido a cada uno de ellos por orificios corporales que no se imaginarían. Pero no tenía esa suerte.
¿Creéis que es suficiente? Pues todavía hay más… Además han puesto música «bacaluti tronch» a todo volumen en sus móviles de última generación. No me preguntéis lo que he tenido ganas de hacer, porque si lo escribo me meterán en la cárcel por la crudeza de mis descripciones.
Nunca entenderé cómo estos especímenes pueden existir, ni de dónde han sacado su educación. Puedo entender que la gente se tire pedos mientras ande, que se saquen mocos y hagan pelotitas con ellos, para luego pegarlas debajo de la mesa. Puedo entender que haya gente que llame «despedir a Paula» al acto de hacer «caca», que digan barbaridades sexuales en cada conversación o que beban agua del Ebro.
Podría admitir que en ocasiones yo hago todo eso. Pero… hay algo que me diferencia de ellos, y es que procuro que la gente no lo vea. En eso consiste la educación, en ser todo lo cerdo que quieras y pasar completamente inadvertido (ojo a mi definición alternativa de educación).
En fin, jóvenes padaguanes, otro día más. Os informaré cuando sea libre.
Y au! 😀
PS: Y este sábado, ingenierilmente 😀