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Mandriles una vez al mes

Hoy toca hablar de una especie en extinción, de una maravilla de la naturaleza que amenaza con desaparecer. Los mandriles son unos animalillos curiosos, dignos de estudio, y de los que hoy hablaré un poquito para que los conozcáis.

En primer lugar, son unos seres sin conciencia alguna. Toda su capacidad de razonamiento es mera ilusión, y así lo manifiestan en todo momento. Por poner un ejemplo, os diré que son capaces de hacer la misma pregunta un millón de veces, obtener la misma respuesta un millón de veces, y pensar que la un «millón y un-ésima» (¿cómo coño se dice eso?) respuesta será diferente.

Suelen organizarse en pequeños grupos de 4 o 5 personas, y se establecen una serie de roles voluntariamente aceptados que todos deberán mantener en toda circunstancia. Algunos de estos roles son:

– Jefe: Persona con experiencia que se encarga de coordinar, pero que sólo en contadas ocasiones se ensucia las manos.

– Artificiero: Realmente cómico. Con casi tanta experiencia como el Jefe se encarga de recolectar material variado y malvado para atentar contra el resto del mundo. No participa, no habla, no ríe. No sabe lo que es lealtad, pero se sabe que cuando se somete al jefe nunca le defraudará.

– El bizco cabrón: Sus ojos le sirven para mantener el territorio controlado. Es callado, no se relaciona con nadie, y si emite algún sonido suele ser desagradable. Realmente es hasta más patético que el Artificiero, aunque pasa desapercibido porque de vez en cuando algún balbuceo demuestra que sigue vivo. Tiene tendencia a tener ladillas en los sobacos, y por eso tiene siempre las manos ahí cuando se fotografía.

– El Co-tronx: Su papel es crucial, y consiste en suplir la aparente ausencia de Artificiero y Bizco Cabrón. Si ellos apenas se relacionan, el grupo encuentra en Co-tronx un medio de comunicación, una forma de relacionarse con el exterior, además del Jefe. En cambio, su capacidad de razonamiento y empatía es extremadamente limitada, y cuando se ve acorralado se limita a levantar la barbilla y emitir sonidos como «Coooo… yo no, ¿eh?». Triste personaje.

Los cuatro personajes no pueden vivir solos, dado que su capacidad de supervivencia es nula. Por eso se infiltran en manadas de otras especies. A estas especies, los mandriles les queman sus casas, roban su comida, estropean sus vacaciones, y amargan la vida. Incluso consiguen contagiar su estupidez a algunos nuevos reclutas, que serán sus infiltrados por una temporada. Lo realmente sorprendente es que cuando van a juicio, los mandriles callan, y sus anfitriones también. Existe una ley del silencio que nadie entiende ni comparte, y que sólo perjudica a la tribu anfitriona.

Científicamente no se ha demostrado que ambas especies obtengan beneficio mutuo. Podríamos pensar en una simbiosis de esas que veíamos en Ciencias Naturales, pero realmente el tema no está nada claro.

Cuánto podría contaros de los mandriles. Pero no es ese mi objetivo. Lo que realmente querría es que recodéis la moraleja:

No te engañes, mamita,

una vez al año no hace daño,

una vez al mes, son doce veces al año.

Y ya está 🙂


1 comentario en «Mandriles una vez al mes»

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