Mi saludo de hoy va para los políticos, esas personas altamente cualificadas que nos gobiernan tan diligentemente. Gente que cumple las normas, que no hace trapicheos, que toma decisiones acertadas y que si se equivoca lo asume.
No… NO ES ASÍ.
Hay muchas cosas que me gustan de España: nuestro clima (bueno, a veces), nuestra geografía, arte, cultura, comida, nuestro sistema de salud (esto no es que me guste, es que me enorgullece)… Pero una cosa de la que nunca he podido sentirme orgulloso es de los políticos.
Yo no sé en otros países del mundo pero aquí, en España, no es raro que un político:
- Obtenga un máster de forma irregular o copiando
- Sea pillado robando en un supermercado
- Se fugue cuando la policía le da el alto por aparcar donde no debe
- Participe en una trama de corrupción a gran escala
- Conozca de antemano los riesgos de permitir eventos masivos y los permita
- Se salte una cuarentena en momentos de pandemia
- Conteste con otra tontería no relacionada cuando se le hace una pregunta
- Mienta a la población, durante meses, sobre la autoría de un atentado terrorista
- Escriba un tuit llamando asesino machista a un señor, luego se demuestre que era inocente y no se retracte
- Insinúe que su gobierno controla a los jueces
Es sorprendente cómo en este país resulta tan difícil ver a un político presentando públicamente su dimisión, pidiendo perdón y explicando su error. No lo he visto en la vida.
Pero también es cierto que detrás de un mal político siempre hay miles de borregos que le votaron y que volverán a hacerlo. Gente que siempre va a defender las malas decisiones de su pastor, gente que se creerá sus mentiras y que, cuando le presentes pruebas de que se está equivocando te dirá eso de que «si no ves el problema es que formas parte de él».
Creo que en estos tiempos en los que vivimos necesitamos romper con la creencia de que votar a un partido es más serio que casarnos y pedir una hipoteca millonaria. Necesitamos romper con la idea de que si votamos a un partido es porque todo lo que dice nos gusta y nos tiene que gustar. No… La crítica, y también la autocrítica, son más necesarias que nunca ahora que diariamente nos bombardean con información sesgada o directamente falsa. Hemos de ser capaces de detectar qué puntos de un programa electoral nos parecen bien y cuáles no, y elegir el partido al que más afines seamos.
Sí, había indicios de que esto podía ser una pandemia. Sí, había pruebas que indicaban que había que prohibir los actos masivos. China y también Italia eran como nuestras dos bolas de cristal que iban explicando lo que pasaría aquí poco después. La Organización Mundial de la Salud avisó. Se tomaron decisiones mal y tarde y nadie ha dado la cara.
Ante una mala gestión (por decirlo de algún modo suave) creo que lo único que se puede hacer es admitirlo, explicar a la población qué pasó y por qué y presentar tu dimisión.
En este sentido, creo que el único «político» que dio la talla fue «Juancar». Está claro que el caso es distinto porque:
- A esa persona no la ha elegido nadie que tenga menos de 60 años
- No es un político propiamente dicho
- No dimitió ese mismo día por todo aquello
- No se nos dio la oportunidad de elegir democráticamente un sustituto
- No es el único ni el último escándalo relacionado con esta persona que sale o saldrá a la luz
Pero, al menos, es el único que fue capaz de decir:
Lo siento mucho, me he equivocao y no volverá a ocurrir
Así que, aunque sólo sea por eso, un saludo al emérito.
Y au 🙂
PS: Hoy me voy a ahorrar esto porque, dado el fin de semana que es, iba a ser más pasteloide de lo que me gustaría.