A veces pasa, que por causas ajenas a tu voluntad, el trabajo que se espera que hagas no aparece con puntualidad. Esperas un día, esperas otro, y otro, y otro… No tienes nada que hacer, así que piensas: «Ya llegarán las prisas».
De repente, una mañana lees el email, y ahí lo ves: «Estimados subseres, su descanso acabó. Tienen una semana para abordar el problema. Pero… tranquilos, un 10% de ustedes tienen 21 días, otros sólo 8. Así son las cosas, y así se las he contado».
Ese email te deja helado, pero te pones manos a la obra. Después de 4 años en el Colegio Público de Springfield nada te sorprende, estás curado de espanto.
Es aquí cuando, en mi triste historia, conocí a Agustín. Os lo voy a presentar.
Agustín es un mono que vive en un mundo extraño que no entiendo ni entenderé. Al pobre lo han encerrado en una casa con 3 habitaciones, y 2 puertas para pasar de una a otra. En algunas habitaciones hay plátanos colgados del techo. En otras hay cajas, que puede coger para subirse en ellas y alcanzar su comida.
Así que ahí está el pobre chiquitín, pensando cómo coño se lo monta para comer algo.
De momento, está algo falto de imaginación. Lleva como 3 horas abriendo y cerrando la misma puerta. Nadie sabe por qué, pero eso hace, una y otra vez. Deseemosle suerte.
En fin, por hoy Agustín tendrá que esperar, que me canso ya de estar en el ordenador. Pero mañana mismo hay que echarle una mano, porque Chronos, el dios del tiempo que sólo sabe sumar hasta 9, espera que mi mono espabile antes del viernes.
Pues nada, con la alegría del desahogo personal, me despido por hoy.
Y ya está 🙂