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Piratear o no piratear, esa es la cuestión

Hoy voy a contaros algo que me ocurrió el miércoles pasado, unos días antes de mi boda, mientras terminaba con los últimos preparativos para el gran día.

La ceremonia fue en el ayuntamiento de Huesca, una cosa íntima, los padres, los hermanos y la Pequeña Hobbit, portadora de los anillos. Sólo mi abuela, último dinosaurio superviviente y actual cabeza del clan Loixiano tuvo que quedarse en la residencia porque por su avanzada edad asistir le resultaba una odisea. Me hubiera encantado que hubiera podido venir y hubiera movido cielo y tierra para hacerlo posible pero la verdad es que pensando en la pobrecilla y en los esfuerzos que hace para levantarse de la silla lo más sensato era dejarla tranquila. Aun así pudimos hacer una videollamada, hablar con ella y que nos viera todo guapos y le enviamos una réplica del ramo de la novia, de esos que no caducan en varios años. Oye, menos es nada. 🙂

Pues bien, unos días antes estuvimos cerrando pequeños flecos que nos quedaban coleando, entre ellos la música para el acto. Los del ayuntamiento (muy amables con todo, desde aquí les mando un abrazo por si la mala suerte les acaba trayendo a este blog) nos dijeron que lleváramos 3 canciones que quisiéramos que pusieran durante la entrada, las firmas y la salida.

Así lo hicimos y durante algunos ratos mi señora y yo (jodo qué viejuno queda… creo que voy a seguir llamándole novia) tiramos de listas de Spotify hasta encontrar los 3 temazos elegidos. Básicamente música de cuerda y pianos, bien música clásica o versiones de temas modernos en plan «bodorriable». ¡Qué bien, ya tenemos música!

Ahora sólo quedaba enviar los mp3s al señor del ayuntamiento… y aquí empieza el baile. ¿De dónde los sacamos? Aquí es donde nos dimos cuenta que no había forma humana, y esto ocurre tanto con la música como con las películas, series y demás. Veamos:

Actualmente tengo algunas subscripciones de pago a diferentes servicios de estrimin (streaming, para los puristas), a saber:

  • Spotify: música chachi, toda la del mundo para escuchar y descargar… pero sólo a través de su aplicación
  • Netflix: puedes descargar sus películas y series durante unos días, luego caducan
  • HBO: la tengo hace algunos meses y no he probado, pero creo que también se puede descargar
  • Amazon Prime: creo que también se puede, sí
  • Disney +: otra para la colección

Así que tengo tropecientos mil servicios de subscripción, pago religiosamente por todos ellos, pero ninguno de ellos me ofrece la posibilidad de descargar el material (por el que pago) y ponérmelo en un medio extraíble. Y sí, algunos podréis decir lo siguiente:

¿Cómo te van a dejar descargarlo donde quieras? Entonces podrías hacer negocio, utiliza sus aplicaciones

Vale, bien, pero entonces… ¿A quién puedo acudir si necesito tener un mp3? Podría decirle al ayuntamiento de Huesca que paguen una subscripción para poder enviarles el enlace, pero lo que creo que harán (y con toda la razón del mundo) es mandarme a… al título de mi blog, vaya. 😀

Rápidamente busqué solución alternativa. Empecé por plataformas como Prime Music y Apple Music, que me permitían comprar canciones específicas, al menos la de Amazon. Pero, ¿sabéis qué? Una vez más, necesitaba la aplicación para poder descargarlas, no había otra manera.

Segunda alternativa: Torrents. Aquí encontré muchísimos enlaces, con la música. Sólo había dos inconvenientes: que tenía que filtrar mucha mierda y además que mi operadora tiene capadas algunas de las páginas. Tampoco era una opción.

Tercera alternativa, la cutre: Busqué en Youtube, encontré lo que quería y utilicé cualquier servicio gratuito para obtener el mp3 a partir de la URL de Youtube. Cutre, posiblemente no del todo legal, pero efectivo.

La verdad es que no puedo entender cómo es que pagando tantas subscripciones y esforzándome por no piratear nada, al final acabo teniendo que volver a lo de siempre para tener música (a la que tengo acceso por varios sitios de los que estoy pagando) en un día tan importante como el de mi boda. Ahora es cuando me llama la SGAE y me invita a pagar un pastizal por poner 3 minutos de música en un evento en el que no voy a ganar un duro.

Quedémonos con lo bueno… en 1 mes entero no pisaré la oficina, por fin voy a poder coger un avión para irme a cascala, voy a desconectar de verdad, tendré mucho tiempo para estar con la bella doctora, ver cosas, dormir, comer, preparar nuevas personillas que paguen nuestras jubilaciones…

Y dicho esto… a disfrutar toca. 🙂

PS: Tú tranquila, que los leones no son tontos…

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Anda a cascala! cumple 14 años

Pues sí… 14 años han pasado desde aquel día en que decidí que tener un blog era una buena idea. Han sido más de 400 entradas con las que he conseguido desahogarme, entretenerme, instruiros en buenas costumbres, convertiros en padaguanes sabios y fornidos y tratar de que este mundo sea mejor con mi evangelio. O bueno, como mínimo he conseguido entretenerme yo :-D. A los que habéis decidido perder vuestros ratillos leyendo las chorradas que se me han ido ocurriendo, mil gracias :-).

Últimamente tengo esto algo abandonado pero este blog siempre tendrá un huequecito en mi corazón y vosotros podréis consultar lo cuando me echéis de menos. Al fin y al cabo, la Biblia tiene 2000 años, no se actualiza y sigue siendo un Best Seller, ¿no?

Y, dicho esto, una tartica de cumpleaños y a la cama (la imagen no es mía, tiene la web escrita en un borde):

Anda a cascala! cumple 14 años

Y así a modo de resumen…

  • Me caso (me casuística para los cool)
  • Me piro un mes de vacaciones a ver qué se cuece por Tanzania y Estambul
  • Sigo bien
  • El Real Zaragoza da pena
  • La ministra de Igualdad de pena, y vergüenza ajena

Por último, quería enviar un cariñoso saludo a la nini que me destripó el final de La Casa de Papel sólo 4 horas después de que Netflix sacara la última temporada:

Peter va a morir dentro de dos capítulos.

HALE, QUE APROVECHE.

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Whyndemoney maña – Ixo Rai!

Hoy no me apetece pensar en el equipo que da más trabajo del que quita. No me apetece rajar del que ni calla ni otorga. No me apetece criticar al guapo de las promesas vacías ni a la carga públique.

Ahora mismo lo único que me importa es que el viernes que viene a estas horas estaré, por fin, de vacaciones, disfrutando de mis dos grandes placeres, viajar. Os dejo una canción de Ixo Rai! que me está arrancando muchas sonrisas durante esta semana eterna prevacacional.

Otro día vendré con más ganas y recordaré el árbol genealógico de más de uno de aquí a las amebas. Pero eso será ya después de la publicidad.

Y au! 🙂

PS: Y cuando volvamos me compraré unos zapatos nuevos…

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¡Qué fresquita! Cerveza mala pero anuncio genial

La bella doctora y yo nos acordábamos hoy de este anuncio de hace unos cuantos años. La verdad es que era muy gracioso, así que os lo dejo :-).

Lo que es la cerveza a estos de Cruzcampo no les sale muy buena, y eso que lo intentan. Pero hay que reconocerlo, los anuncios les quedan bien.

En fin… os dejo, voy a seguir sufriendo con mi Real Zaragoza.

Y au 🙂

PS: A falta de pan buenas son las fotos

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Malo, sí, pero podría haber sido peor

Pues ya ha acabado 2020… Y no, la verdad es que 2021 no va a ser mucho mejor. La maldita pandemia no va a desaparecer por el mero hecho de que haya empezado un año nuevo. No vamos a poder volver a abrazarnos, salir sin mascarilla o viajar por medio mundo. En resumen, más de lo mismo.

Echando la vista atrás ha sido un año pésimo. Todo comenzó con ediciones especiales de «La secta» y el señor «Ferrero Roché» hablando de ese desconocido virus que estaba sembrando el terror en China pero que en España causaría, a lo sumo, unas cuantas muertes. Pasaban las semanas, los contagios iban aterrizando en nuevos países, se empezaron a utilizar palabras como «riesgo» o «pandemia», a los médicos se les cancelaron congresos, formaciones y cualquier otro desplazamiento… Por nuestra parte, la bella doctora y yo decidimos echar el freno y esperar un poco antes de reservar vuelos y hoteles en previsión de lo que pudiera ocurrir.

Había ciertos indicadores de que algo gordo se estaba gestando pero, aún así, nuestro flamante gobierno seguía animándonos a hacer vida normal e incluso nos animaba a ir a las manifas antimachistas porque, al fin y al cabo, el machismo mataba más que el virus y se nos iba la vida en ello. Los estadios de futbol seguían a reventar de gente animando a su equipo, las terrazas de los bares llenas, los eventos multitudinarios seguían celebrándose como si tal cosa.

De repente y sin poderse saber con antelación, la situación se volvió crítica y llegaron dos meses de confinamiento domiciliario con emisiones diarias del NO-DO en las que se nos contaban las grandes novedades. Un cachondeo: Cifras de muertos maquilladas, excusas, médicos sin equipos de protección, mascarillas defectuosas, guantes caducados, respiradores que no llegaban, mandos de los cuerpos de seguridad hablando en las ruedas de prensa, insinuaciones cuanto menos cuestionables del ministro de defensa…

Fueron meses muy duros en los que miles de personas perdían a diario su trabajo o a algún ser querido. El número de fallecidos seguía subiendo y lo único que podíamos hacer era ser pacientes, cumplir con las nuevas restricciones y esperar a que surtieran efecto. Hoy me cuesta recordar muchos detalles que se ve que inconscientemente he decidido olvidar.

Después llegó la desescalada, las fases, los cambios de medidas sobre la marcha, el lío generalizado y, en consecuencia, la gente haciendo lo que le daba la gana (en muchas ocasiones no tanto por pasotismo sino por desconocimiento o confusión). La broma continuó cuando el control centralizado que se había ejercido hasta entonces se cedió a las comunidades autónomas. Y aquí ya… 17 realidades y ritmos distintos. UN DESCOJONE. Mejor no voy a hablar de lo que ha ido ocurriendo entre julio y diciembre.

Podría seguir rajando y rajando sobre lo terrible que ha sido el año, sobre cómo todos mis planes se han ido al garete (comida en un 3 estrellas Michelín, viajes a Londres, Chicago, Perú, Japón…) o sobre lo h*ja de la grandísima p*t* que es la gente y cómo muchos se saltan las normas a la mínima oportunidad. Pero… creo que merece la pena dejar de quejarse y pensar en qué cosas han salido bien a pesar de todo:

  • A pesar de todo lo ocurrido sigo sin fumar. Ayer hizo dos años de mí último cigarrillo
  • El confinamiento no me ha hecho engordarme todavía más. De hecho, me puse a dieta y he conseguido perder unos 12 kg
  • Mi familia está bien, afortunadamente no tengo pérdidas que lamentar
  • Sigo manteniendo mi puesto de trabajo. Uno nunca puede estar seguro del futuro pero, hasta ahora, todo ha ido bien
  • La bella doctora ha conseguido una interinidad aquí en Zaragoza
  • He tenido ocasión de hacer viajes por España (Extremadura, Galicia, Asturias, Canarias…) y también conocer un poquito más la provincia de Zaragoza. ¡La comarca de las Cinco Villas me sorprendió mucho!
  • Varios buenos amigos han tenido bebés (bichos o cacharros como yo los suelo llamar)

En mi caso, he vuelto a disfrutar de cosas que había olvidado que eran tan importantes. Hacía años que no disfrutaba tanto de un simple paseo de la mano por la Aljafería. O de un café con mis padres, o de sentarme en un banco, o de hacer manualidades, o de leer…

Pequeños placeres que con el paso de los años y el peso de la rutina uno va dejando de valorar. Esa, esa justamente es mi moraleja para este año y lo único que hace que sea menos malo. Ya que no he podido hacer nada de lo que quería hacer al menos he aprendido a querer lo que sí podía hacer.

Todavía queda un largo trecho por recorrer. Habrá que ver si las vacunas funcionan y cómo de profunda será la crisis económica que nos quedará, pero no queda otra que tirar “p’alante” y aguantar.

Y hasta aquí mi parrafada de hoy. La verdad es que no sé si me estoy dejando algo de lo que quería poner, pero como tengo sueño y esto ya es demasiado largo, lo dejo aquí.

Y au! 🙂

PS: Ya abrirán, ya…

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Poco loco… lloremos

Hace bastante tiempo que no pongo un video, alguna musiquilla o algo de eso, así que hoy voy a darme el gusto y os voy a dejar algo inédito.

Siempre me ha hecho mucha gracia que la gente se emocione viendo películas hasta el punto de que acaben soltando alguna lagrimilla. Pero, bien pensado, esa gente es en realidad afortunada pues disfruta del cine a un nivel más profundo. Al fin y al cabo una de las funciones del arte, además de permitir al autor expresar sus pensamientos, emociones o simplemente su visión del mundo, es provocar en el espectador algún tipo de reacción (calma, tensión, miedo, risa…).

Pues bien, a día de hoy, y con mis 33 años, puedo decir que por fin encontré una película capaz de emocionarme hasta hacerme llorar. Es de dibujos, tal vez para niños, pero me ha hecho descubrir esa faceta del cine que yo desconocía. Así que… merece tener su huequecito en mi blog:

No sé, tal vez el hecho de que mi abuelo estuviera bastante malico cuando la vi por primera vez contribuyó. Igual me dio esperanza de encontrarme con él y que me enseñara a hacer nudos de corbata después de comer una tajadica o unos huevos fritos con patatas. Sea como sea, misión cumplida :-D.

En fin, ahora toca dormir.

Y au!

PS: Mañana tomate y espero que morro de mi tío!