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¡Sí se pudo!

A finales de enero nadie daba un duro por el Zaragoza. Todo el mundo contaba con que el equipo bajaría a segunda división y no había forma humana de evitarlo.

Entonces llegó el nuevo entrenador. Cuando lo vi me hizo gracia, qué cara de mala leche tenía el «jodío». Pero imagino que a los jugadores les gustó el señor, les pidió que pelearan y así se hizo. Unas semanas más tarde llegaban las primeras victorias, aunque parecía que no serían suficientes.

Sin darnos cuenta, las semanas fueron pasando y llegamos al último partido con la «tranquilidad» de depender de uno mismo. Si el Zaragoza ganaba hoy estaba salvado, y no importaba lo que hicieran los demás.

Además del partido del Zaragoza había otros dos partidos decisivos en juego. Curiosamente en ninguno de ellos se marcaban goles, y eso es porque al no marcar nosotros al resto les valía un empate para salvarse. ¿Qué ha pasado? El primer gol maño les ha hecho tener que jugársela. Ahí ha llegado el gol contra el Villareal y el gol del Rayo, que dejaba a los valencianos en segunda.

Realmente el fútbol me da igual, pero este año lo he seguido con especial interés porque siempre j*d* que un club que ha sido grande acabe en la miseria por culpa de un desgraciado sin escrúpulos al que los aficionados le importan lo mismo que a mí mandar a Estanis y Montesanto a marte sin escafandra.

Al menos la sensación que me queda es que hay una veintena de tíos dirigidos por un andaluz con mala leche que, aun cobrando mal (y sin cobrar hasta hace no mucho) han conseguido que el club aguante un año más. Siento cierto orgullo por esos señores a los que no conozco.

No me enrollo más…. simplemente, mi enhorabuena y nos vemos en la Romareda en septiembre 🙂

Y au!

 

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