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¿Solos en el cielo?

Llevo algunos días dándole vueltas a un tema que, si bien puede parecer una chorrada, me da que pensar. Veamos:

Hace ya muchos años que dejé de creer en dios en cualquiera de sus formas y colores. De pequeñito rezaba con mi abuela, también cuando entraba a clase en el colegio, comulgué y todas esas cosas, pero no tardé en darme cuenta de que algo no cuadraba y muy pronto decidí que dios no podía existir.

Esto es un problema porque elimina algunas cosas buenas de las religiones, como por ejemplo la posibilidad de ir al cielo. Para un ateo, el cielo puede ser «el cariñoso recuerdo que tus seres queridos guardan de ti», pero para un creyente es mucho mejor: El cielo es un lugar de encuentro donde te están esperando todos los que se han ido antes que tú. Desearía poder tomarme un cocido de mi abuela, contarle cómo me ha ido el día y escuchar sus sabios consejos. O comerme unas «tajadicas» con mi abuelo y echar un guiñote, que me enseñara a hacer nudos de corbata para cuando me voy a hacer el masón o que me cantara «Es un chico excelenteee» mis próximos 500 cumpleaños. Pero, en principio, esto no va a poder ser.

¿Qué esperanza queda entonces? Pues la idea que algunas personas comparten de que «somos energía y que, al morir, ésta se transforma en otra». Mmmm… vale, esto me va gustando un poco más, podemos pensar que nuestro cuerpo (o cerebro) tiene energía almacenada, un alma tal vez, y que se puede convertir en otra cosa igual que la energía potencial de un cuerpo se convierte en energía cinética mientras cae.

Según esta concepción, que tampoco me parece la leche de científica, cabría pensar que al morir puedo reencontrarme con mis seres queridos o incluso quedarme por aquí y ver gente desnuda sin que me pillen. Pero, en este punto, aparece un nuevo problema:

Suponiendo la energía «almística» (así voy a llamar a la energía esa que comento, la del alma) se queda por aquí pululando nosotros, los vivos, no podemos verla de modo que: ¿qué nos hace pensar que los muertos sí la verían?

No sé si me estoy explicando pero, si los vivos no podemos ver una energía que supuestamente está ahí, ¿por qué las energías iban a poder verse entre ellas? Así que veo dos opciones:

OPCION A: Realmente esa energía no existe y cuando nos morimos nuestro cuerpo se descompone y dejamos de existir. Sólo quedará de nosotros el recuerdo en nuestra gente y, finalmente, nada.

OPCION B: Todos nos convertimos en «almas pululantes» que no se ven entre ellas. Mis abuelos están por aquí y cuando yo muera estaré cerca de ellos pero no podremos vernos mutuamente ni interactuar. Si esto es así, tampoco habría razón para vernos si en lugar de quedarnos aquí nos vamos todos a otro sitio, que podría llamarse cielo. Y en este caso… ¿estaríamos todos solos en el cielo?

Desde luego no voy a empezar a creer en nada a estas alturas de mi vida, pero este tema me parece interesante para reflexionar. Ahí lo dejo…

PS: Somos majos… Y suertudos.

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Visita a un cementerio de San Francisco

La pasada Semana Santa estuve con la Bella Doctora en San Francisco. Habíamos estado hace dos años durante nuestro viaje por la costa Oeste de Estados Unidos con nuestros amigos, los portugueses, y nosotros dos volvimos con la sensación de que nos había faltado tiempo para visitar la ciudad más tranquilamente. Es por eso por lo que decidimos volver.

Tuvimos 6 días enteros para ver todo lo que nos habíamos propuesto y añadimos algunas cosas más que nos parecieron interesantes. Una de ellas fue el Cementerio Nacional, en el parque Presidio.

Fue un sitio que me hizo reflexionar, por muchos motivos. En primer lugar, llama la atención lo admirados y respetados que son los militares en Estados Unidos. Se les entierra con honores, se les recuerda y mucha gente visita las tumbas para rendirles homenaje. Había tumbas de militares del SXIX, de diferentes rangos, y también de sus esposas, pues las enterraban junto a los maridos una vez éstas fallecían.

No me imagino, y es una pena, que en España tuviéramos algo así. En primer lugar porque a los militares no se les tiene en tan alta estima como allí, y en segundo lugar porque no sé yo si mucha gente estaría por la labor, teniendo en cuenta que ni siquiera somos (son) capaces de ponerse de acuerdo en qué hacer con el Valle de los Caídos.

Otra cosa que me hizo reflexionar es la cantidad de símbolos que pueden encontrarse en las lápidas. Vimos cruces cristianas, estrellas judías, la escuadra y el compás de la masonería, lápidas que parecían rocas sin pulir, anillos, apretones de manos esculpidos, libros, palabras sin aparente sentido, águilas y otros muchos. Hay quien no prestará atención a esos detalles, pero a mí personalmente me parece muy significativo lo que una persona se empeña en dejar tallado en su tumba, que es lo que quedará de él con el paso de los años. Si alguien pone «Bártulo», seguro que quería decir algo, ¿no?

Me pareció un lugar muy interesante. Se respiraba un ambiente de absoluto respeto por la gente que allí descansa, y también de tolerancia ante la diversidad.

Me gustaría que llegara el día en que aquí, en España, viéramos judíos ortodoxos con sus tirabuzones sin que nadie los mirara con extrañeza. O que la gente no pensara en oscuras conspiraciones al decirles que eres masón. O cosas mucho más mundanas como poder vestir como te dé la gana sin que nadie se cruce de acera o esté a punto de sacarte una foto para mostrarla a sus amigos.

No hay muchas cosas que envidie de Estados Unidos pero, sin duda, su respeto hacia los símbolos nacionales y la normalización de la diversidad cultural, racial, sexual etc. sí son algunas de ellas.

Ale, otro día más :-).

Y au!

PS: No, hoy tampoco te digo que he escrito, si quieres entras y lo miras 😀

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¡Este febrero tiene premio!

Hoy he decidido romper mi silencio bloguístico para compartir algo que os hará felices.

El caso es que recibido una frase que me ha hecho pensar. Resulta que este mes de febrero, y ojo que esto es algo que se repite cada 832 años, es muy, pero que muy, especial. ¡Atentos!

«De acuerdo al Fengshui, este febrero no se repetirá en nuestro tiempo de vida. Porque este febrero tiene 4 domingos, 4 lunes, 4 martes, 4 miércoles, 4 jueves, 4 viernes y 4 sábados. Ésto solo pasa una vez cada 823 años. Es llamado las bolsas de dinero.»

Después de tan curiosa afirmación se insta a la gente a compartirlo con sus contactos para empezar a recibir dinero a diestro y siniestro.

Como no podía ser de otra manera, he empezado a hacer cálculos complejos, integrales extrañas e incluso técnicas de cómputo cuántico para llegar a la conclusión de que, efectivamente, es cierto. Según mis estimaciones, hay más cosas que podéis hacer para empezar a ganar dinero:

– Enviar una foto en topless al autor de esta entrada
– Comprarle un coche
– Hacerle una transferencia de 500 euros
– Decirle lo chachi que es este blog

De cualquier forma, no perdáis la oportunidad de enriqueceros gracias a este conocimiento tradicional chino.

Espero que mis consejos os hagan más felices y afortunados.

Y au! 🙂

PS: Bájate en la esquina, no me la líes 😀

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¿Tú también quieres un cuerpo escupido?

Hoy voy a otorgar el archiconocido «gallardón» a la Foto de la semana. ¡Vamos allá!

Leo en el Feibuc que hay un medicamento que te pone unos músculos como los míos (o más), por muy fofo que estés. Totalmente natural, científicamente probado, sin efectos secudarios, rápido… Perfecto, vaya. Es tan perfecto que en un mes puedes tener cuadraditos, volver a tu novia loca y conseguir que no quiera salir del dormitorio (guiño, guiño :-D).

Ante tantas ventajas… me río yo de los pobres pringadillos que quieren hacer dieta, van a correr, suben y bajan las escaleras andando, van al gimnasio a matarse… ¿Para qué hacer eso si puedes comer como un tocino, tomarte una pirulilla y estar cachas?

No voy a poner un enlace a  la web para no hacer publicidad a algo aberrante para mí, pero era un artículo «cometarros» en el que sólo se cuentan las bondades de ese invento. Por supuesto, miles de comentarios dado las gracias por lo «científico y veraz» que es dicho artículo. Además, enlace a la web oficial del producto, que llamaré «Musculator Max».

La curiosidad me ha podido y he entrado a la web de Musculator Max a ver qué información había. Cuando he visto la imagen he decidido dejar de leer. ¿Qué tipo de público espera que tome sus productos, si no saben la diferencia entre esculpir escupir?

 

Escupido

 

Mucho músculo, poco cerebro. Esa es la definición para todo ese tipo de gente.

Lo dicho, congratulaisions tu tonting pipol!

Y au!

 

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¿Octogenario o bicuarentón?

Estando con la bella doctora me han surgido algunas dudas que no hemos sabido responder por completo. Hay un conjunto de palabras que se utilizan para designar grupos de edad de las personas.  Vamos a verlas una por una:

Bebés: Somos pequeñitos, con los brazos cortos y mofletes grandes.

Niños: Ya tenemos dientes y pelo en la cabeza.

Adolescentes: Ahí nos dicen que estamos en la edad del pavo y nos empieza a salir pelo por otros sitios.

Veinteañeros: Podemos votar, beber, conducir y entrar legalmente a bares.

Treintañeros: Lo mismo que los veinteañeros, pero el alcohol nos sienta mucho peor (dicen, aún no he llegado aquí).

Cuarentones: Aquí el sufijo cambia de «eros» a «ones». ¿Por qué?

Cincuentones: Ya nos hemos acostumbrado al «ones».

Octogenarios: Ochenta años. No sabemos las palabras intermedias.

A continuación, las dudas que me han surgido:

– Si cuarentones es  (o al menos suena) despectivo, ¿cómo es la palabra no despectiva? ¿Bi-veinteañeros?

– ¿Qué hay de los «sesentañeros»? Podrían ser tri-veinteañeros o «cuarentones y medio» si queremos decirlo despectivamente?

– De los «setentañeros» no se me ocurre otra fórmula.

– Los de ochenta y pico se llaman «octogenarios». ¿Podría ser «bicuarentón» la palabra despectiva?

Como siempre, aceptaré cualquier respuesta que se os ocurra. Por supuesto también aceptaré que me iluminéis y me digáis las palabras reales.

Y hasta aquí mi chorrada de hoy. A ver que se me ocurre para la próxima entrega.

Y au! 😀

PS: Red Bull y paracetamol… fiesta asegurada 😛

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¿Dónde está el agujero de la gasolina?

No sé cómo se llama el agujero del coche que sirve para echar gasolina, «la puertecita» esa que está al lado de una de las puertas traseras del coche. Sabéis a lo que me refiero, ¿no?

Pues os cuento. Mi coche y el de mi padre llevan dicho orificio en lados diferentes. Esta tontería hace que en muchas ocasiones me toque hacer maniobra en las gasolineras, porque me equivoco de sitio al parar a repostar. No consigo establecer una norma que me ayude a acordarme y no liarla cada vez.

Ahora es cuando vais a flipar, como flipé yo. El fin de semana pasado fui al Monasterio de Piedra con la bella doctora, una amiga suya y un amigo americano de las dos  (desde aquí un abrazo, por si le da por visitarme), y este señor me enseñó un truco infalible, que hoy se lleva el premio a «La foto de la semana».

No lo voy a explicar, una imagen vale más que mil palabras así que…

 

 

¿Os habéis fijado? En el dibujito del surtidor hay una flecha que indica a qué lado está el aguero. ¿Cómo os quedáis? Cuando vi esa flechita en el coche de mi padre mi vida cambió, así que tenía que iluminaros a vosotros.

Pues nada, otro día os cuento más cosas. Próximamente abriré lo que será mi nueva web, con su foro de programación y demás. Pero todo a su tiempo, de momento se está preparando y no voy a dar más detalles.

Y au! 🙂

PS: (con voz aguda) True bloooood!!!