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2022: Un año para recordar

2022 es un año para recordar, lo hablaba el otro día con la Bella Doctora. Y es que ha habido de todo, momentos buenos, malos, durísimos, miedos, alegrías, cambios en el trabajo, reencuentros con viejos amigos…

Por eso, y porque desde que la pequeña Alicia nació mis neuronas tienen memoria bastante limitadica, he decidido escribir esta entrada, porque no quiero que dentro de unos años me pregunte «¿qué pasó en 2022?». Está claro que hay hitos importantes que no olvidaré, pero hay otros que con los años pueden ir quedando en segundo plano, tercero, cuarto… y finalmente caer en el olvido. Así que veamos esa lista de cosas :-).

Mi viaje por el mundo en solitario

Siempre había tenido una ilusión: irme solo por el mundo y pasar unos días conmigo mismo. Este año mi vida estaba a punto de cambiar así que mi fiel compañera de viajes me dijo: «Adelante, no te quedes con las ganas, que es un sueño que tienes». Dicho y hecho, me cogí los vuelos y me fui 10 días a Washington y Nueva York.

Fueron unos días muy especiales, pasé mucho tiempo a mi aire, sin distracciones, llevando horarios locos como a mí me gustaba hace unos años, organizando mis días como me apeteció y viendo frikadas de lo más variado: cementerios, arquitectura masónica, el museo de Friends (esto me lo regaló la Bella Doctora) y otras cosas no tan turísticas como una estación abandonada o una «falsa casa» en Brooklyn que en realidad era una puerta para los bomberos o algo así.

Proyecto Mini-Yo

Desde hacía ya algún tiempo la idea de tener hijos nos venía rondando por la cabeza. Como en nuestro viaje de novios estuvimos en Tanzania los médicos recomendaron dar un margen antes de encargar el Minion. Por eso esperamos hasta principios de este año para ponernos manos a la obra.

Por aquel entonces no lo sabía, pero cuando cogí el avión a Estados Unidos mis pequeños soldaditos ya habían cumplido su misión. Así que la semana después de volver del viaje hicimos varios tests de embarazos en días distintos (porque el primero yo me lo tomé como «bah, fijo que es un falso positivo») y recibimos la buena noticia: Mini-Yo saldría a producción hacia el mes de noviembre.

Cambio en el trabajo

Llevaba varios años queriendo un cambio en mi vida laboral. Y no, no es que no me gustara lo que hacía, pero necesitaba salir de mi zona de confort después de más de 10 años en el mundo de la Web. Así que, como quedaba una vacante en el equipo de DevOps, ¡ahí que me fui!

Fue un reto interesante, no sólo a nivel profesional sino personal. Es una antigua tradición que los equipos de desarrollo y los de DevOps no se lleven bien, así que el movimiento me pareció una buena oportunidad para intentar sembrar la paz entre ambos mundos. Veremos si con el tiempo recogemos frutos güenos, güenos.

Compra del piso

Pues seguimos para bingo :-). Ya en 2020 habíamos empezado a mirar pisos pero ninguno nos había convencido lo suficiente como para dar el salto. Este año nos dio por hacer otra ronda y encontramos uno que nos pareció que podría ser nuestro nuevo hogar. No tenemos fecha de entrega, todavía lo están terminando de construir, pero estamos muy ilusionados. ¡Paciencia!

Viaje con la Tinki-Winki

Siempre había querido hacer un viaje con mi amiga, «La nómada loca». Este año, para Semana Santa, la Bella Doctora y yo decidimos retomar ese viaje a Londres que la pandemia nos hizo cancelar, y a última hora se nos ocurrió preguntarle si quería coger a su hungarillo prometido y venirse con nosotros.

¡Pues hale, a Londres que se vinieron! Pude matar dos pájaros de un tiro, visité Londres y tuve el viajecillo con ellos. ¡Y lo contentos que se pusieron cuando les dimos el notición!

Conciertazo de Ixo Rai!

Después de 20 años sin verlos en concierto, el 23 de abril, día de San Jorge, Ixo Rai! dio un lo que en principio sería su último conciertazo. Fui con la Bella Doctora, con Alicia (aquí ya sabíamos que Mini-Yo tendría chorrete) y mi padre, el abuelo Paco, que era con quien yo iba a estas cosas de pequeño.

A mi padre se lo dije hace unos días, necesitaba que lo supiera. Ese concierto fue sin duda uno de los momentos más emotivos de mi vida por todo lo que había ahí concentrado (padre, esposa, hija en fabricación, día de Aragón, Ixo Rai!, banderas de mi tierra…).

Poco después se supo que harían una gira por Aragón y, aunque al principio fue un poco decepcionante, no tardé en decidir que, en realidad, viví «el último concierto» pero ahora tendría la oportunidad de verlos también en Huesca y en Zaragoza para El Pilar.

Y sí, el cierre de la gira lo hice con mi Hermano Hermano, el Hijo de Boston. Así que sí, «bro», el último 15 de Agosto lo bailé contigo :-).

Viaje a Escocia

Otro viaje que tenía pendiente era un recorrido por Escocia. Coger un coche y recorrer el país con la calma, visitando ciudades, lagos, bosques y todo lo que diera tiempo. Pero conforme iba avanzando el embarazo se nos iba haciendo más difícil seguir nuestras rutinas viajeras, poco recomendables para estos casos.

Finalmente nos decantamos por ir a Glasgow y Edimburgo y dejar para más adelante el tour completo. Además así podremos llevar a Alicia a conocer mis tierras (los 10 metros cuadrados que apadriné, jejej).

Fue un viaje tranquilo en el que pudimos disfrutar del tiempo necesario para ver todo con calma. Edimburgo es muy, muy chula. Mucha cosa estilo Harry Potter, cosillas de masonería, gente muy amable, cerveza… ¡Volveremos!

Y ojo, como sorpresa final, Basil, un buen amigo del Erasmus que estuvo desaparecido durante muchos años me escribó la última noche para decirme que poco después pasaría por Zaragoza. Así que, después es tanto tiempo, pudimos pasar una tarde juntos poniéndonos al día.

En resumen

Que me ha quedado el mejor año de mi vida, desbancando después de más de 10 años a mi casi insuperable año de Erasmus. Aquí la lista completa de cosillas que quiero poder recordar en un futuro:

  • Viaje en solitario a Washington y Nueva York
  • Proyecto Mini-Yo
  • Cambio en el trabajo
  • Compra del piso
  • Viaje con «La nómada loca» a Londres
  • Conciertos de Ixo Rai!
  • Viaje a Canarias
  • Viaje a Escocia
  • Viaje a Santander y el País Vasco
  • Bodas varias (Barcelona, Gijón, Santiago de Compostela y Rueda)
  • Reencuentro en Zaragoza con Basil, el suizo pródigo del Erasmus
  • Viaje a Valencia, ya con Alicia y reencuentro con Angel Goodmorning

Y eso es todo. Dejo unas fotillos a modo de resumen, y con esto me despido.

Os deseo unas felices fiestas y todo lo mejor para este año 2023.

Y au! 🙂

PS: Gracias por acompañarme

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Piratear o no piratear, esa es la cuestión

Hoy voy a contaros algo que me ocurrió el miércoles pasado, unos días antes de mi boda, mientras terminaba con los últimos preparativos para el gran día.

La ceremonia fue en el ayuntamiento de Huesca, una cosa íntima, los padres, los hermanos y la Pequeña Hobbit, portadora de los anillos. Sólo mi abuela, último dinosaurio superviviente y actual cabeza del clan Loixiano tuvo que quedarse en la residencia porque por su avanzada edad asistir le resultaba una odisea. Me hubiera encantado que hubiera podido venir y hubiera movido cielo y tierra para hacerlo posible pero la verdad es que pensando en la pobrecilla y en los esfuerzos que hace para levantarse de la silla lo más sensato era dejarla tranquila. Aun así pudimos hacer una videollamada, hablar con ella y que nos viera todo guapos y le enviamos una réplica del ramo de la novia, de esos que no caducan en varios años. Oye, menos es nada. 🙂

Pues bien, unos días antes estuvimos cerrando pequeños flecos que nos quedaban coleando, entre ellos la música para el acto. Los del ayuntamiento (muy amables con todo, desde aquí les mando un abrazo por si la mala suerte les acaba trayendo a este blog) nos dijeron que lleváramos 3 canciones que quisiéramos que pusieran durante la entrada, las firmas y la salida.

Así lo hicimos y durante algunos ratos mi señora y yo (jodo qué viejuno queda… creo que voy a seguir llamándole novia) tiramos de listas de Spotify hasta encontrar los 3 temazos elegidos. Básicamente música de cuerda y pianos, bien música clásica o versiones de temas modernos en plan «bodorriable». ¡Qué bien, ya tenemos música!

Ahora sólo quedaba enviar los mp3s al señor del ayuntamiento… y aquí empieza el baile. ¿De dónde los sacamos? Aquí es donde nos dimos cuenta que no había forma humana, y esto ocurre tanto con la música como con las películas, series y demás. Veamos:

Actualmente tengo algunas subscripciones de pago a diferentes servicios de estrimin (streaming, para los puristas), a saber:

  • Spotify: música chachi, toda la del mundo para escuchar y descargar… pero sólo a través de su aplicación
  • Netflix: puedes descargar sus películas y series durante unos días, luego caducan
  • HBO: la tengo hace algunos meses y no he probado, pero creo que también se puede descargar
  • Amazon Prime: creo que también se puede, sí
  • Disney +: otra para la colección

Así que tengo tropecientos mil servicios de subscripción, pago religiosamente por todos ellos, pero ninguno de ellos me ofrece la posibilidad de descargar el material (por el que pago) y ponérmelo en un medio extraíble. Y sí, algunos podréis decir lo siguiente:

¿Cómo te van a dejar descargarlo donde quieras? Entonces podrías hacer negocio, utiliza sus aplicaciones

Vale, bien, pero entonces… ¿A quién puedo acudir si necesito tener un mp3? Podría decirle al ayuntamiento de Huesca que paguen una subscripción para poder enviarles el enlace, pero lo que creo que harán (y con toda la razón del mundo) es mandarme a… al título de mi blog, vaya. 😀

Rápidamente busqué solución alternativa. Empecé por plataformas como Prime Music y Apple Music, que me permitían comprar canciones específicas, al menos la de Amazon. Pero, ¿sabéis qué? Una vez más, necesitaba la aplicación para poder descargarlas, no había otra manera.

Segunda alternativa: Torrents. Aquí encontré muchísimos enlaces, con la música. Sólo había dos inconvenientes: que tenía que filtrar mucha mierda y además que mi operadora tiene capadas algunas de las páginas. Tampoco era una opción.

Tercera alternativa, la cutre: Busqué en Youtube, encontré lo que quería y utilicé cualquier servicio gratuito para obtener el mp3 a partir de la URL de Youtube. Cutre, posiblemente no del todo legal, pero efectivo.

La verdad es que no puedo entender cómo es que pagando tantas subscripciones y esforzándome por no piratear nada, al final acabo teniendo que volver a lo de siempre para tener música (a la que tengo acceso por varios sitios de los que estoy pagando) en un día tan importante como el de mi boda. Ahora es cuando me llama la SGAE y me invita a pagar un pastizal por poner 3 minutos de música en un evento en el que no voy a ganar un duro.

Quedémonos con lo bueno… en 1 mes entero no pisaré la oficina, por fin voy a poder coger un avión para irme a cascala, voy a desconectar de verdad, tendré mucho tiempo para estar con la bella doctora, ver cosas, dormir, comer, preparar nuevas personillas que paguen nuestras jubilaciones…

Y dicho esto… a disfrutar toca. 🙂

PS: Tú tranquila, que los leones no son tontos…

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Malo, sí, pero podría haber sido peor

Pues ya ha acabado 2020… Y no, la verdad es que 2021 no va a ser mucho mejor. La maldita pandemia no va a desaparecer por el mero hecho de que haya empezado un año nuevo. No vamos a poder volver a abrazarnos, salir sin mascarilla o viajar por medio mundo. En resumen, más de lo mismo.

Echando la vista atrás ha sido un año pésimo. Todo comenzó con ediciones especiales de «La secta» y el señor «Ferrero Roché» hablando de ese desconocido virus que estaba sembrando el terror en China pero que en España causaría, a lo sumo, unas cuantas muertes. Pasaban las semanas, los contagios iban aterrizando en nuevos países, se empezaron a utilizar palabras como «riesgo» o «pandemia», a los médicos se les cancelaron congresos, formaciones y cualquier otro desplazamiento… Por nuestra parte, la bella doctora y yo decidimos echar el freno y esperar un poco antes de reservar vuelos y hoteles en previsión de lo que pudiera ocurrir.

Había ciertos indicadores de que algo gordo se estaba gestando pero, aún así, nuestro flamante gobierno seguía animándonos a hacer vida normal e incluso nos animaba a ir a las manifas antimachistas porque, al fin y al cabo, el machismo mataba más que el virus y se nos iba la vida en ello. Los estadios de futbol seguían a reventar de gente animando a su equipo, las terrazas de los bares llenas, los eventos multitudinarios seguían celebrándose como si tal cosa.

De repente y sin poderse saber con antelación, la situación se volvió crítica y llegaron dos meses de confinamiento domiciliario con emisiones diarias del NO-DO en las que se nos contaban las grandes novedades. Un cachondeo: Cifras de muertos maquilladas, excusas, médicos sin equipos de protección, mascarillas defectuosas, guantes caducados, respiradores que no llegaban, mandos de los cuerpos de seguridad hablando en las ruedas de prensa, insinuaciones cuanto menos cuestionables del ministro de defensa…

Fueron meses muy duros en los que miles de personas perdían a diario su trabajo o a algún ser querido. El número de fallecidos seguía subiendo y lo único que podíamos hacer era ser pacientes, cumplir con las nuevas restricciones y esperar a que surtieran efecto. Hoy me cuesta recordar muchos detalles que se ve que inconscientemente he decidido olvidar.

Después llegó la desescalada, las fases, los cambios de medidas sobre la marcha, el lío generalizado y, en consecuencia, la gente haciendo lo que le daba la gana (en muchas ocasiones no tanto por pasotismo sino por desconocimiento o confusión). La broma continuó cuando el control centralizado que se había ejercido hasta entonces se cedió a las comunidades autónomas. Y aquí ya… 17 realidades y ritmos distintos. UN DESCOJONE. Mejor no voy a hablar de lo que ha ido ocurriendo entre julio y diciembre.

Podría seguir rajando y rajando sobre lo terrible que ha sido el año, sobre cómo todos mis planes se han ido al garete (comida en un 3 estrellas Michelín, viajes a Londres, Chicago, Perú, Japón…) o sobre lo h*ja de la grandísima p*t* que es la gente y cómo muchos se saltan las normas a la mínima oportunidad. Pero… creo que merece la pena dejar de quejarse y pensar en qué cosas han salido bien a pesar de todo:

  • A pesar de todo lo ocurrido sigo sin fumar. Ayer hizo dos años de mí último cigarrillo
  • El confinamiento no me ha hecho engordarme todavía más. De hecho, me puse a dieta y he conseguido perder unos 12 kg
  • Mi familia está bien, afortunadamente no tengo pérdidas que lamentar
  • Sigo manteniendo mi puesto de trabajo. Uno nunca puede estar seguro del futuro pero, hasta ahora, todo ha ido bien
  • La bella doctora ha conseguido una interinidad aquí en Zaragoza
  • He tenido ocasión de hacer viajes por España (Extremadura, Galicia, Asturias, Canarias…) y también conocer un poquito más la provincia de Zaragoza. ¡La comarca de las Cinco Villas me sorprendió mucho!
  • Varios buenos amigos han tenido bebés (bichos o cacharros como yo los suelo llamar)

En mi caso, he vuelto a disfrutar de cosas que había olvidado que eran tan importantes. Hacía años que no disfrutaba tanto de un simple paseo de la mano por la Aljafería. O de un café con mis padres, o de sentarme en un banco, o de hacer manualidades, o de leer…

Pequeños placeres que con el paso de los años y el peso de la rutina uno va dejando de valorar. Esa, esa justamente es mi moraleja para este año y lo único que hace que sea menos malo. Ya que no he podido hacer nada de lo que quería hacer al menos he aprendido a querer lo que sí podía hacer.

Todavía queda un largo trecho por recorrer. Habrá que ver si las vacunas funcionan y cómo de profunda será la crisis económica que nos quedará, pero no queda otra que tirar “p’alante” y aguantar.

Y hasta aquí mi parrafada de hoy. La verdad es que no sé si me estoy dejando algo de lo que quería poner, pero como tengo sueño y esto ya es demasiado largo, lo dejo aquí.

Y au! 🙂

PS: Ya abrirán, ya…

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Poco loco… lloremos

Hace bastante tiempo que no pongo un video, alguna musiquilla o algo de eso, así que hoy voy a darme el gusto y os voy a dejar algo inédito.

Siempre me ha hecho mucha gracia que la gente se emocione viendo películas hasta el punto de que acaben soltando alguna lagrimilla. Pero, bien pensado, esa gente es en realidad afortunada pues disfruta del cine a un nivel más profundo. Al fin y al cabo una de las funciones del arte, además de permitir al autor expresar sus pensamientos, emociones o simplemente su visión del mundo, es provocar en el espectador algún tipo de reacción (calma, tensión, miedo, risa…).

Pues bien, a día de hoy, y con mis 33 años, puedo decir que por fin encontré una película capaz de emocionarme hasta hacerme llorar. Es de dibujos, tal vez para niños, pero me ha hecho descubrir esa faceta del cine que yo desconocía. Así que… merece tener su huequecito en mi blog:

No sé, tal vez el hecho de que mi abuelo estuviera bastante malico cuando la vi por primera vez contribuyó. Igual me dio esperanza de encontrarme con él y que me enseñara a hacer nudos de corbata después de comer una tajadica o unos huevos fritos con patatas. Sea como sea, misión cumplida :-D.

En fin, ahora toca dormir.

Y au!

PS: Mañana tomate y espero que morro de mi tío!

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¡Buenos días! ¡Eso lo serás tú!

Llevo bastante tiempo dándole vueltas al tema: Estamos creando una sociedad rabiosa, que se ofende por todo, que busca en cualquier comentario algún motivo por el que sentirse atacado y una excusa para atacar a quien piensa diferente.

No hay más que dar un paseo por cualquiera de las redes antisociales para darse cuenta de cómo está la situación. A cada comentario que haga un usuario en un momento dado le encontraremos respuestas criticando su actitud. Veamos algunos ejemplos.

Un simple ¡Hola a todos! puede traer respuestas diciendo que la palabra todos invisibiliza a las mujeres, lo que nos convierte automáticamente en machistas opresores del patriarcado.

Preguntar a una mujer si tiene novio (o a un hombre si tiene novia) nos convierte en unos xenófobos que presuponemos y damos por única posibilidad válida la heterosexualidad.

Si nos gustan las películas en las que los protagonistas acaban enamorados, entonces estamos perpetuando los conceptos de familia tradicionales. Si además nos gusta que esa pareja sea heterosexual (puede que una persona heterosexual se sienta más identificada con una pareja heterosexual), ya somos ultraconservadores.

Si nos gusta nuestro país, ultranacionalistas rancios. Si nos gusta nuestra región, ultranacionalistas pero modernos.

Decir que nos gusta la ternera y desayunar un vaso de leche con un huevo frito nos convierte en unos asesinos especistas que violan a las vacas y roban los bebés de las gallinas para comérselos.

Si un camarero sirve el refresco a la mujer y la cerveza al hombre, machista.

Si criticamos cualquier dogma promovido por un partido de izquierdas, entonces somos fascistas.

Si criticamos cualquier dogma promovido por un partido de derechas, entonces somos comunistas perroflautas.

Si damos nuestra opinión sobre el fútbol, entonces no tenemos ni idea. O peor aún, nuestra ciudad / región / país se convierte en un foco de ataques e insultos de lo más variado.

Una señal en la que un muñequito lleva al colegio a otro muñequito que lleva coleta es machista porque presupone dependencia de la mujer y su obligación de llevar coleta. También es ofensivo que los moñigotes de los pasos de cebra no lleven falda.

Incluso puedes ofender a las camas si por ser grandes las llamas «de matrimonio». ¡Pobres camas! O bueno, realmente igual a quien ofendes es a los matrimonios porque tal vez prefieren dormir en hamacas.

Creo sinceramente que la cosa se nos está yendo de las manos. Tenemos que cortar con esta dinámica nociva que algún día nos va a traer disgustos reales, empezar a pensar que el mundo no va en nuestra contra, necesitamos decir «BASTA».

No debería haber nada ofensivo en que un moñigote lleve o no lleve falda. No debería ofendernos que alguien nos pregunte nuestra edad, nos abra la puerta, desapruebe una medida política con la que no está de acuerdo, comience una conversación utilizando cualquiera de los dos idiomas que maneja en su día a día. No debería haber ningún problema en que una marca de coche publique un anuncio en el que una niña merienda una fruta. Una bandera no debería ser motivo de insulto, acoso o señalamiento. El género neutro en un idioma no debería quitar el sueño a nadie.

Tengo clarísimo que a los políticos les interesa polarizar a la población. Estás conmigo o contra mí, si no ves el problema es que formas parte de él. Si no piensas como yo entonces quieres dar un golpe de Estado… Esa y otras absurdeces pueden verse día sí y día también en las redes sociales sin que nadie se plantee por un segundo si están jugando con nosotros.

Dejo aquí esta reflexión por si a alguien le hace pensar. A mí, personalmente, hay algo que no deja de venirme a la mente cada vez que abro Twitter:

A esas «buenas personas» les pagan un pastizal por soltar su odio y enfrentar a la población. A nosotros no nos pagan, no les hagamos el trabajo sucio.

Y au 🙂

PS: Tengo sueño ya…

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Lo egoísta del altruismo

Momentos convulsos éstos. Mientras el coronavirus va haciendo sus cosas la gente sólo podemos intentar protegernos lo máximo posible, evitar situaciones de riesgo, quedarnos en casa y matar el tiempo como buenamente podemos.

Podría decir que me siento afortunado de algún modo. Por suerte o por desgracia mi empresa sigue funcionando y no tiene pinta de que la situación vaya a cambiar. Mi novia es médico y tiene trabajo hasta hartarse. El trabajo y, por tanto, el dinero no deberían ser un problema, gracias a dios. No tengo hijos ni familiares enfermos más allá de mi abuela, que está en una residencia y por la que por desgracia poco puedo hacer desde aquí, salvo llamarla cuando puedo e intentar entretenerla. Así que estoy llevando todo esto, dentro de lo que cabe, bien.

Esta semana estoy trabajando desde casa, lo que me permite ahorrarme un buen rato de conducir y salir a mi hora. Con la compra de la semana hecha, todo el tiempo desde que termino de trabajar es para mí. Así que estoy pudiendo leer, ver películas, hacer bicicleta estática para no oxidarme más y, cómo no, para una de mis grandes aficiones, reflexionar.

Y el tema de hoy es el egoísmo.

No paro de ver, en todas partes, actitudes incomprensibles. Yo quiero ir aquí, pues voy. Yo no quiero estar en casa, pues me doy una vuelta para hacer compras (un paquete de pipas). Yo quiero ir a eventos multitudinarios donde contagiar a todo hijo de vecino, pues voy. Yo quiero… yo quiero… yo hago… Hay esperanza y también se ven cosas maravillosas, a ellas dedicaré un post otro día pero, hoy, a lo que estamos.

A todos los egoístas he de deciros que la estrategia que adoptáis no es la óptima. Y es que a veces no hay nada mejor para uno mismo que dar a los demás. Y para ilustrar, iremos a un ejemplo práctico. Hace alrededor de 18 años, estando de campamento, jugamos un día a un juego que me dejó atónito:

Estábamos 4 personas y era un juego individual. Cada uno tenía 3 cartas, y podíamos elegir cómo jugarlas. Dependiendo de nuestras decisiones podíamos ganar cada uno 10 puntos, 8 puntos, o ninguno. Con los puntos que obtuviéramos podíamos comprar la cena, el saco de dormir, una linterna… Todos intentamos ganar los 10 puntos y, como no podía ser de otra manera hubo tres personas que no ganaron ninguno. De repente el monitor dijo algo que me marcó:

Bien, habéis perdido.

¿Sabéis por qué? Habéis intentado ganar sin pensar que si hubierais jugado pensando en los demás habríais conseguido 32 puntos entre los 4.

Con esos puntos tendríais la cena, un par de sacos de dormir y la linterna de propina.

OJO… si hubiéramos pensado en equipo aun siendo individuos diferentes habríamos ganado todos. Nadie habría ganado el máximo, pero todos hubiéramos cedido sólo una pequeña parte del máximo posible.

Esto es lo que veo en el día a día. Y cuando digo que es posible hacer las cosas de otra manera la gente me tacha de loco. No lo soy, y cuando te das cuenta del error caes en lo que has perdido (o en lo que podrías haber ganado).

Ahí queda mi reflexión de hoy.

Además dejo una frase que me viene a la cabeza muchas veces últimamente. Ya desde hace varios años pero, especialmente, en estas últimas semanas:

… cada ocasión de ser útil que no aprovechas es una infidelidad …

Sin más, me despido por hoy, ahora voy a hacer algo que adoro.

Y au! 🙂

PS: Y a ti, mi bella compañera que endulzas las cuarentenas, sólo te diré: COMER COMER COMER COMER COMER COMER COMER COMER COMER COMER COMER …