Ya llega la primavera, y con ella el buen tiempo, las horas en la terracita del Ada, los escotes generosos sustituyendo a las mil capas de abrigo. Llegan los pasos de ecuador, los fines de carrera, las alergias y picores, el alboroto hormonal y un buen puñado de cosas más.
Pero bueno, al meollo.
Vamos con una pequeña sorpresa que me llevé el otro día. Pongámonos en situación:
Como todos los años por estas fechas, llega el calor, y cambiamos el abrigo gordo de invierno por ropa un poco más fresca, que habíamos guardado en el armario cuando empezaba a hacer frío. Salimos a la calle y paramos en un cruce con el semáforo en rojo para los peatones. Mientras esperamos, metemos las manos en los bolsillos y entonces, ¡¡TATACHÁN!!
¿Qué encontramos? Un billete de 5 euros que en su día habíamos guardado ahí y habíamos olvidado retirar después. Con los malos tiempos que corren, y ¡nos encontramos este dinerito! Menudo lujo :-O
¿A quién no le ha pasado esto nunca? Creo que todos habréis tenido alguna vez una sorpresa como ésta, y sabréis la ilusión que hace cuando notas esa textura en la punta de los dedos. Qué gustazo, qué cosas, qué cosas más curiosas. Cuánto «qué», qué de chorradas digo, y qué cantidad de chorradas las que pienso y me callo. JOJOJJ
/* BREVE INCISO: Un chiste que acabo de oir ahora mismo en la tele.
– Mamá, mamá, en el colegio me llaman surrealista.
– ¿Ah, sí? ¿Y tú que les dices, hijo?
– …… «Caballo».
(Esto ya no forma parte del chiste —-> JAAAAAAJAJAAAJJAAJJAAJJAAJJA)
FIN DEL INCISO /*
Bien, sigamos. Es que me he estado escojonando un rato, y claro, tenía que compartirlo.
Realmente la historia no tiene nada del otro mundo. Nadie ha puesto en el bolsillo ese dinero para mí, y tampoco ha surgido de la nada. La explicación es algo más simple: Ese dinero estaba ahí, pero yo no me había dado cuenta. En cualquier caso me alegró.
Claro que, como no podía ser de otra manera, luego estuve pensando sobre esto. Si me llevé la alegría por haber encontrado ese billete, seguramente será porque otro día me llevé el chasco porque no lo encontraba, ¿no? Juasjuas, lo bueno es que ese chasco me lo debí llevar hace bastantes meses, y de eso ya no me acuerdo. Olvido/pierdo tantas cosas a lo largo de un año -véase mecheros, mismamente-, que el disgusto por aquellos cinco euros me debió durar lo que me costó ir al cajero y sacar otros diez. O tal vez no.
Pero bueno, a disfrutar mi billetillo hasta que dure.
En fin, es tarde así que, con la ilusión de que esos cinco euros sean 500 la próxima vez, me despido por hoy, mis queridos «padaguanes».
Y ya está 🙂