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Un examen con Britney y Juan

Voy a contaros lo que he soñado esta noche… qué mal lo he pasado.

En una asignatura sobre economía, hoy era el día del examen. 200 personas estábamos esperando a que el profesor, con fama de estar bastante «zumbao», llegara con las hojas fatídicas.

20 minutos más tarde de la hora señalada, el señor ha aparecido cantando en japonés, y nos ha pedido amablemente que entráramos. Así lo hemos hecho, hemos guardado los apuntes, puesto la documentación encima de la mesa, y preparado nuestros bolígrafos. El examen estaba a punto de comenzar.

Una vez ha repartido los enunciados, se ha hecho el silencio, como es habitual en este tipo de eventos. Y… ojo a las preguntas:

1. ¿Dónde vive Juan?

2. ¿A qué se dedica Juan?

3. ¿Cuántos hijos tiene Juan?

4. ¿Cada cuantos meses se depila la mujer de Juan?

Hasta aquí, las preguntas eran asequibles, según ponía antes de la primera de ellas. Entre tanto, el profesor ha decidido poner música para rebajar un poco las tensiones. Y la «artista» elegida no ha sido otra, que la estimada Britney Spears (o como quiera que se escriba, que no me apetece googlear).

La pregunta 5 ya me ha matado:

En el examen había una imagen de un mapa un tanto especial. ¿Habéis visto los cuadros de la escuela de Harry Potter? Sí, esos que se mueven. Pues el mapa era así. La pregunta decía:

5. Relativo al mapa superior: ¿Cómo se puede llegar del punto A al punto B?

El mapa estaba preparado para que cuando el estudiante leyera «al punto B» el mapa mostrara, a gran velocidad, dos puntos del sistema solar, separados por millones de años luz. Lo que tenías que hacer era algo como:

«Pues fácil: Cogemos el metro en Barajas, con destino a Nuevos Ministerios. Allí hacemos autostop hasta el aeropuerto de Zaragoza, donde cogemos la lanzadera espacial hasta la galaxia Q22. De allí empalmamos un ferry interestelar hasta la constalación Gamma23, y ….»

Como veis, ¿quién no aprobaría un examen tan simple?

Yo no sabía si era por no haber ido a clase o por qué, pero ninguna de las preguntas me sonaba. No tenía ni idea de cómo empezar, así que me he empezado a poner nervioso, al tiempo en que Britney seguía machacando los tímpanos de toda la sala.

Lo peor de todo era la duración estimada del examen, que esta vez no era de entre 3 y 4 horas, sino exactamente de «1 hora y 38 minutos, aproximadamente«. Eso ponía en el encabezado.

Ya había pasado, casi sin darme cuenta, 1 hora, y era hora de la cerveza y el cigarro de mitad del examen. La gente estaba ya fuera haciendo el descanso, riéndose, fumando su cigarrito, y comentando lo fácil que era el examen. Y yo, oyendo la algarabía desde dentro de clase, me sentía cada vez más tonto.

Así que, esta vez puntual como un reloj, el profesor ha recogido los exámenes. Yo he podido robarle 2 minutillos mientras él pasaba mesa por mesa recogiendo las hojas de los demás alumnos, entonando aquellas melodías insufribles.

Ahí ha sido cuando me he despertado, vestido en mi cama, con la luz de la mesilla encencida. Eran las 6:51 de la madrugada, y ya entraba luz del sol por la ventana. Por suerte, a eso de las 11 de la noche me había quedado dormido viendo series.

Todo ha sido un sueño, no hay exámenes con Britney, no hay preguntas sobre Juan, ni mapas interactivos de Harry Potter, ni cigarros y cervezas durante el examen. Menos mal.

Ahora voy a cenar, que en poco rato vendrán mis visitantes a echar unos calimochos de Sundbyberg, cosecha de 2011. Otro día os contaré más cosillas.

Y au! 🙂

PS: Tal fiesta como hoy, pero 365 días antes, aparecía yo en el Canterbury 🙂

 

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