Ayer me acordé de la película «Como Dios», protagonizada por Jim Carrey. Para el que no la haya visto, digamos que durante un tiempo el personaje se convierte en Dios, y tiene todos sus poderes. Como todo Dios que se precie, nuestro amigo escucha las plegarias de la gente, y ha de atenderlas. Así que, para ahorrar tiempo, decide crear un contestador automático que diga «sí» a todo lo que la gente pide.
Así pues, los deseos de toda la gente se ven cumplidos, lo cual trae desastrosas consecuencias.
Y yo, que suelo dedicar tiempo de mi vida a meditar las mayores tonterías que se me ocurren, decidí pararme a pensar durante el camino a casa en lo que pasaría si todos los deseos de la gente se vieran cumplidos. Llegué a conclusiones interesantes:
3 cosas hay en la vida: salud, dinero y amor. O al menos eso decía la canción. Esto implica que:
– Si todo el mundo tiene mucho dinero, es lo mismo que si todo el mundo tiene poco, ya que los precios de las cosas suben, y seguramente en mayor proporción que el aumento de riqueza. Conclusión, mejor dejar las cosas como están.
– Si todo el mundo está sano, mayor felicidad para todo el mundo. Salvo para gente dedicada a la sanidad, que se iría al paro, no veo problemas en cumplir este deseo. El mundo sería más feliz, así que secundo la propuesta.
– Asumiendo la monogamia, más vale que en el mundo estemos personas pares, porque si no, al pobre que le toque quedarse sin nada, menuda faena le hemos hecho. Así que, antes de conceder ese deseo deberíamos comprobar que somos pares, o bien (solución que me gusta, por qué no) fomentar la poligamia para evitar que nadie quede soltero.
Por el bien del mundo, creo que más vale que no todos los deseos de la población se cumplan. Más de uno iba a sufrir mil torturas a la vez (todos menos 6, de hecho, juasjuasjuas). Yo no pude evitar echarme a reír imaginándome que mis deseos sobre «ÉL» se cumplieran:
Verlo por los pasillos vestido de osito amoroso de color rosa, con el pelo teñido de naranja, gritando como un poseso con voz muy aguda, y dando palmas.
Jojojojojo, yo no soy malo, no deseo males a nadie. Prefiero el humor.
En fin, si algún día veis a alguien «conocido» por los pasillos, en las condiciones citadas, pensad que Dios ha decidido concederme un día de gracia para mí solo.
Con esto, y con la tranquilidad de haber terminado oficialmente el primer cuatrimestre (soy libre otra vez), me despido por hoy. Espero poder ir escribiendo más, que últimamente no ha habido tiempo para casi nada.
Y ya está! 🙂