0

Segunda visita a Rivendel tras mi vuelta

Por fin y después de año y medio volví de nuevo a pasar unos días a Rivendel, tierra de rubias. En esta ocasión me incorporé a un viaje que la bella doctora había emprendido con sus padres para visitar a su hermana que está en Luleå. Yo aproveché que al volver querían pasar unos días en Estocolmo para unirme a ellos, hacer de guía y visitar aquellas calles que con tanto cariño recuerdo. Fue una grata experiencia, redescubrí muchas cosas que ya conocía y por supuesto me encontré con algunas nuevas.

La verdad es que me gustó ver que algunas cosas no cambian. Las hamburguesas del Max siguen tan buenas como las recordaba, las suecas tan suecas, mi viejo amigo madrileño tan «como siempre» (un abrazo desde aquí, por si me lee), la pizzería Buona Sera no defrauda, la voz sensual del metro, el encanto de Gamla Stan…

Otras cosas sí cambian, algún restaurante había cerrado, prácticamente toda la gente que conocía se ha ido de allí (o he perdido el contacto, cosa que aunque me dé pena también es comprensible), y la zona de Sundbyberg donde yo vivía está irreconocible.

En lugar de las obras que adornaron mi calle durante más de dos años me encontré aceras anchas, bares con terrazas y una línea de tranvía. Y mi edificio tampoco se salvó, me lo encontré todo «empapelado», cubierto de andamios y lonas. Parece ser que van a arreglar toda la fachada. Así que a poco más no reconozco esa zona. En cambio, pude pasear por el parque, ir al ICA a comprar especias mágicas del «Tío Ben» y coger mi Pendeltåg.  ¡Grandísimos recuerdos!

La próxima visita calculo que será en otro año y medio o dos, cuando las especias que compré se me acaben. Además tengo que probar lo que el señor Aldana, mi fiel compañero de fatigas me describió como «las mejores hamburguesas del mundo». ¿Qué será de mi vida para entonces?

Pues nada, otro día os cuento más cosas, ahora toca dormir.

PS: Redescrubiremos las Köttbullar otro día que llueva, no preocuparse 🙂

4

Cómo conocí la receta del mojito de sidra

Chicos, julio de 2013 fue un gran mes… Os cuento:

Para poder poneros en situación, debéis saber lo siguiente…

En junio de 2011, justo cuando yo volví de Rivendel, la bella doctora se fue a estudiar a Oviedo. Después de mi Erasmus todavía quedaban 7 meses más de distancia, aunque esta vez en el mismo país, que algo era algo.

En el tiempo que estuvo fuera, me tocó ir a visitarla 3 veces. Cada una de ellas fui al bar El Duende, en la zona de marcha. Allí servían mojito de sidra, copa que me recomendó el Hijo de Boston y que me enamoró desde el primer sorbo que probé.

Volviendo a 2013 …

En julio de 2013 volví con mis padres a Oviedo. Hicimos uno de nuestros tradicionales viajes familiares a los que yo no solía faltar. Y como era de esperar fui al bar a por otro mojito. Peeeero… el camarero me explicó que ya no lo hacían, la gente no debía pedirlo mucho. ¡Qué desilusión! Me fui del bar, pero pocos metros más adelante pensé que era buena idea volver para decirle que me diera la receta.

En ese tiempo él había salido también a buscarme, y me dijo que tenía sidra, que podía hacerme uno aunque ya no lo tuvieran en la carta. Le pregunté si podía contarme cómo se hacía y me dijo que le parecía bien,  que volviera más tarde (fui antes de que abrieran) y haríamos unos allí.

Dicho y hecho, a la media hora volvimos y nos enseñó paso a paso cómo prepararlo. Nos hizo uno a mi padre y otro a mí, y me dejó ser mi conejillo de indias y que le preparara uno para practicar. Como curiosidad… no, aquel no me salió bien.

Estuvimos un ratico hablando con él y nos fuimos al hotel. Desde aquí, y por si acaso lo lee, un abrazo para él y mis más sinceros agradecimientos por el trato que me dio. Si vais por Oviedo, pasad a saludarle y le dais recuerdos míos, se acordará.

Bar El Duende: Calle Mon, no me acuerdo del número 🙂

Pues esa, pequeños padaguanes, es la historia de cómo conocí la receta del mojito de sidra. Hoy he decidido probar a hacerla en casa y he de decir que ha sido un éxito, os dejo la foto para que veáis que no os timo. Esta foto recibe hoy el prestigioso «gallardón» de la Foto de la Semana.

 

Mojito de sidra

 

Sólo un pequeño comentario. Si alguna vez preparáis mojito, aseguraos de dejar hueco para el hielo picado, o tendréis que ir echando hielo y bebiendo para hacer hueco. Si no tenéis cuidado, acabaréis como yo estoy ahora 😀

Pues hasta aquí mi historia de hoy, otro día os cuento más cosas.

Y au!

PS: Así no hay quien vaya a correr 😀

 

0

Ingen Platsen, ingen recklam

Ya he vuelto a Rivendel, tierra de rubias.

Para contrarestar la tristeza por abandonar Hobbiton, me he ido a Tallín con varios colegas, hasta esta mañana que hemos vuelto a Estocolmo.

Ya en el barco, tocó hacer lo propio. Fuimos a dar un paseo para inspeccionar, nos tumbamos un poco, compramos cervezas en el supermercado de abordo, y nos fuimos a la sauna y jacuzzi. Nos tocó esperar un poco, por culpa de una personilla que cariñosamente llamamos «Ingen», o «Ingen Platsen».

Ingen era una mujer mayor, que custodiaba la entrada a las duchas, y que no hablaba inglés en absoluto. Sólo sueco. Y debía pensar que gritando más la íbamos a entender mejor, porque en cada contestación gritaba más. O eso, o realmente no le gustamos, la cuestión es que ver cómo te gritan en arameo hace reir, y cuanto más sonreíamos, más gritaba.

Una de las veces que fuimos a intentar comprar un ticket, estaba algo agitada la susodicha, y nos empezó a gritar cosas, entre las que se entendió: «Ingen platsen!! Nej, nej, nej, ingen platsen!!»

La mujer hablaba buen sueco, de hecho fue un hombre el que lo entendió y nos tradujo. Nos explicó que la mujer decía: «No hay plazas! No, no, no, no hay plazas!!». Así que una vez supimos el problema, nos sentamos un rato a esperar. Resulta que no había sitios  para los cuatro en ese momento, pero inexplicablemente, otras 4 personas sí entraron, sin reserva, antes que nosotros. De ahí dedujimos que a aquella amable señora no le gustábamos. Pero de alguna manera, al final conseguimos entrar.

Ya dentro estuvimos en el Jacuzzi, sauna de esas de humo, sauna normal, vimos abuelas en pelotas (nos equivocamos de puerta :-D), y cuando finalmente estábamos en las duchas para irnos, dijimos algo como:

– ALGUIEN: «Bf.. no la liemos, o vendrá Ingen».

– YO (inocente): «Tranquilos, aquí no puede entrar, a ver si vamos a estar desnudos»

– OTRO ALGUIEN SIN DETERMINAR: «Nej, nej, nej, aisjfjklf slkñq pqoij assd ALARM!! kjñfñalskdfa s»

– ALGUIEN (sí, era INGEN): «ñl jfañdslkf jañdkfaj sd klasd»

Sí, la mujer entró a las duchas de hombres para decirnos que no dejáramos la puerta de la sauna abierta demasiado tiempo, o saltaba la alarma.

Manda huev*s que entrara hasta las duchas. Podría habernos pillado a todos en pelotas, enjabonándonos nuestras partes delicatessen (o delicadas), cada uno las suyas, se entiende. O no :-D. Pero hombre, al menos llamar a la puerta, hubiera sido de rigor, ¿o qué?

Por eso, mi primer post en tierra de rubias va dedicado a nuestra entrañable amiga, y a la que cuando hablaba en sueco yo contestaba:

«Ja, ingen recklam!»

Esto que yo le decía es lo que se pone en los buzones para que no te metan publicidad. Como me sonaba que empezaba igual que sus frases, yo le contestaba con eso, juasjuasjuas.

Pues nada, mis jóvenes padaguanes, os iré contando más andanzas por Rivendel, pero ahora toca descansar.

Y au! 🙂

PD: Botón -> Correr

PD2: Camello y empujoncito -> Correr

PD3: Autóctonos y medicólogos -> Correr

3

Colega, ¿dónde están mis «espaguetis»?

Siguiendo con la dinámica de «Colega, dónde está…», os voy a contar la última de mis andanzas por Suequen-Land (Rivendel, tierra de rubias).

Con los horarios que llevo, hacerme unas buenas lentejas, garbanzos, o algo que requiera más de 20 minutos de mi valioso tiempo resulta algo complicado. Porque, veamos:

1. Si me levanto pronto, me voy a clase y vuelvo a las 2, querré comer antes de las 3, por tanto no puedo perder tiempo. Si a eso añadimos que a las 4 suelo tener lavandería, te queda una hora para comer.

2. Si me levanto a mis horas normales, esto es, entre las 2 del mediodía y las 5 de la tarde, si quiero comer antes de merendar, o alguna otra combinación medianamente lógica, tampoco puedo perder mucho tiempo en cocinar. Eso sin contar la lavandería, que asumiendo que llego a tiempo en este caso, me deja comer tranquilo no antes de las 5 de la tarde. COMER, sí, y recuerdo que la hora de cenar en Suecia está entre las 6 y las 8 de la tarde, apenas 3 horas después de levantarme yo.

Voy a pasar esto por alto, y también el hecho de que llevo 5 DÍAS ENTEROS sin ver la luz del sol, (literal, cuando me levanto ya es de noche, :-D), y vamos a lo que realmente importa ahora. La comida.

No soy muy fan de la comida precocinada, engorda un montón, y quita el mérito a la frase «Qué buena está la comida hoy!». Así que, por lo general, lo único precocinado que como son caldos por las noches, y alguna que otra pizza. El resto me lo preparo yo.

El otro día pensé, que por no perder tiempo, sería buena idea comprarme unos «espaguetis» a la carbonara ya preparados, de esos que se hacen en 5 minutos. Oye, no salía caro y se preparaba en un «plis». Pues nada, días más tarde, hoy concretamente, que me he levantado a las 5 de la tarde (y no hablo de la siesta), he ido a prepararme la comida.

El sobre de pasta decía esto: Italiensk Bolognese Spagettikastike

Aquí tenéis la foto:


Spageti


Peeeeero, justo entonces me ha parecido ver algo extraño, como podéis ver a continuación. Espero que se aprecie. Tal vez si no sois unos genios culinarios como yo, no veáis el problema. Necesitaréis preguntar a padres, tíos, abuelos, a Arguiñano… No os preocupéis, a veces pasa:


Spageti_sin


Por si no lo habéis conseguido averiguar, no hay pasta, sólo polvo para hacer la salsa. Tampoco hay carne, no. Aunque lo de la carne lo esperaba, y por eso había puesto a descongelar ternera picada que tenía en el congelador.

Bien pudiera ser que estuviera equivocado, y en realidad la pasta estuviera debajo del polvo que se veía. De modo que, con sumo cuidado he procedido a la inspección de la materia alimenticia, o sea, he metido la mano a ver qué pasaba por ahí dentro.

Sorpresa: NO HABÍA PASTA, y por supuestísimo, tampoco ternera. Menos mal que tenía macarrones, porque si no, menudo chandrío 😀 … El resultado, he comido a las 6 de la tarde, ni más, ni menos.

Esto me plantea varias dudas:

1. Si en el título pone Spagetti, ¿dónde están los espaguetis? Por si mi conocimiento del sueco me había traicionado, he buscado las palabras en el traductor, juntas, separadas, bailando … Italiensk es fácil. Spageti también. Pues lo otro (Kastike) no existe :-D…

2. Si en el sobre aparecen espaguetis, ¿por qué dentro no? Coño, si compras un coche por catálogo te esperas ese coche, no un triciclo, o dos ruedas y ya está. Pues igual los suecos eso no lo saben bien.

3. Había más dudas, pero mientras hablaba con la joven doctora, y ella se reía de mí, he olvidado la mitad.

En cualquier caso, manda huev*s… ¿Lo harán para burlarse de mí? Igual en España pasa igual, probablemente sí. De hecho la marca es internacional y conocida en España. Así que esto no es un intento de burla hacia Rivendel, sino hacia mi bendita inocencia 😀

Por hoy me despido, que mañana quiero levantarme antes de que anochezca. Son ahora mismo las 5:22 de la madrugada, en 2 horas y media amanecerá. Y en 11 anochecerá. ¿Habrá suerte esta vez?

Hasta la próxima, jovenes padaguanes.

Y au 😀

1

Colega, ¿dónde está mi casa?

Esto es una gozada… la enculada acabó, y las fiestas se sucedieron. ¿El balance de los exámenes? Pues de momento una aprobada, y la otra con posibilidades bastante buenas, la verdad. Así que, si todo va bien, me habré sacado en mis 3 meses de estancia, el equivalente a 5 asignaturas cuatrimestrales Cepesianas. No está nada mal, no 😀

Dejando a un lado la fiestorra en Flemingsberg y las repetidas fiestonas en el crucero (¡¡QUE VIVA GÜELINTÓN!!) con visita a Tallín, que por cierto me encantó, hoy os voy a contar algo que me ha pasado hoy.

El caso es, aunque me cueste creerlo, que 3 meses después de mi llegada a Rivendel, hoy me he vuelto a perder otra vez. Os comento:

Empezada mi operación «Cambio Radical», me he levantado a las 8 y media, y he ido a clase. He comido ligero, no he almorzado, y a las 5 y media de la tarde, cuando empezaba a anochecer, he decidido irme a dar un paseo para ver un poco de la ciudad. He sacado un plano y he decidido una ruta mientras despedía a Paula.

El recorrido parecía bonito, eran alrededor de 45 minutos por la orilla de un río, que yo he imaginado con embarcaderos, barquitos, farolas y suelo de madera. El recorrido acababa en Vreten, la parada anterior a la mía, en la línea azul.

Al salir de casa con mi gorro estonio, me he encontrado el primer «jandicáp», obras. Vale, no pasa nada, cruzamos de acera y  seguimos con el plan previsto.

Pero no… las cosas han seguido torciéndose. Mi apacible caminata me ha llevado por un polígono industrial lleno de naves, más y más obras, y muchas hamburgueserías. No me he comprado una de milagro.

Me he debido acercar a un aeropuerto, porque no paraba de ver aviones a cuyo piloto casi podía ver la cara de lo cerca que pasaban. Y al final, he visto algo que me ha matado: Un letrero en la carretera que anunciaba un desvío a Solna…

¿Solna? Eso esta a tomar por C*L* de mi casa (en otra línea de metro, pa entendernos). Así que he cogido ese desvío y he rezado todo lo que he podido para no alejarme todavía más :-D.

Por el camino he encontrado a un hombrecillo autóctono, y he procecido, con el mejor inglés posible a preguntarle cómo llegar a Solna Centrum, la estación de metro más cercana, en teoría. En inglés, en sueco, e incluso escribiéndole el nombre en el móvil, lo único que he conseguido que me diga es:

Tack så mycket: Muchas gracias (acompañado de un toquecito en la cabeza, y una media vuelta)

Así que nada, he mirado en una parada de bus, donde había un plano. Sin tener ni idea de donde estaba, era difícil elegir el camino por donde ir. Mi estrategia ha sido mirar qué autobuses paraban allí, y buscar esos números en ese plano. Había 8 opciones posibles, y he tenido que elegir una a pito-pito. Gracias a dios (a mí, claro está), ha habido suerte.

El resultado han sido 90 minutos viendo polígonos industriales y coches. Preciosas las naves, oye, y sólo en el doble de tiempo de lo previsto. No sé cómo, he acabado en Vreten, por fin algo ha salido como tenía que salir, jojojojoj.

Por eso me gustaría mandar un cariñoso saludo (y deseo de impotencia) a mi amigo el autóctono. No me creo que no me entendiera, y menos después de haber estado discutiendo si «mañana» empieza a las 12 de la noche o no, cuando la joven doctora vino a visitarme. Los suecas están  MUY buenas, pero son unas rancias. Los suecos… son sólo rancios. Alguno se salva, sí, pero en general es mi impresión. Si dije lo contrario hace tiempo, me retracto públicamente.

Dicho esto, y con 6 días y luego 8 más por delante, me despido por hoy, jóvenes padaguanes.

Y au 😀

0

Con un pie en cada país

Bueno… por fin toca hablar de esto. Resumiendo, y mucho, me voy a Estocolmo este domingo. Punto.

La verdad es que llevo como 10 minutos o más escribiendo y borrando, porque todo lo que pongo me suena de lo más pastelón. Tampoco quiero que suene a despedida, porque en unos días escribiré de nuevo.

De ti, joven doctora, que lo vas a leer en cuanto pulse el botón de publicar, me despediré en su momento como dios manda, te soltaré pasteladas que nadie oiga, y todas esas cosas. Del resto de amigos a los que veo habitualmente casi he terminado de despedirme. De los que me felicitan en tuenti sin saber cómo me llamo, no creo que haga falta.

¿Qué me queda pues? Ni idea.

Supongo que contaros lo que cuenta todo el mundo que se va de Erasmus cuando le quedan pocos días para irse. Son unos días incómodos, no tienes tiempo para ti. Sólo tienes tiempo para preparar maletas e intentar decir adios a toda tu gente. Así que, por un lado estás deseando irte y empezar aquello que tienes que empezar. Pero por otro lado sabes todo lo que dejas aquí, y la verdad que dan ganas de mandar todo a tomar por c*l* y quedarse.

La cosa es que la vida que tengo aquí la conozco. Tiene sus cosas buenas, y sus cosas malas. Espero que las cosas buenas sigan estando aquí cuando vuelva, y las malas hayan desaparecido (el Cepese incendiado y Estanis en Marte y sin escafandra). Ahora sólo hay que ver qué me espera allí, lo mismo hasta es guay y todo, ¿o qué?

No sé… creo que ya está bien. No ha sonado pastelón, y me he entretenido mientras lo escribía. Objetivo cumplido, entonces.

Y au! 🙂